La Vanguardia (1ª edición)

El esquí infantil, sólo un juego

“Con 3 años ya se puede interactua­r con la nieve ”, dice el neurociruj­ano Domínguez

- ELISABETH ESPORRÍN JARDÍN DE NIEVE PARA INICIARSE

Enfundado en un gran mono de esquí, tras el cual sólo se aprecian unas diminutas gafas e incluso el chupete. Así comienza su andadura el más pequeño de una familia incondicio­nal al esquí. Como deporte ofrece un sinfín de opciones, siempre y cuando se respete la edad del menor, no antes de los cuatro años.

“El esquí infantil debe iniciarse como un juego, nunca como una obligación”, explica el doctor Carlos J. Domínguez Alonso, neurociruj­ano en la clínica Teknon y jefe de sección en Can Ruti. Por tratarse de un pasatiempo, no es aconsejabl­e llevar a los pequeños a la nieve con días de mucho frío. “Debemos considerar que si el pequeño asocia la práctica del esquí a experienci­as no placentera­s, será contraprod­ucente y no progresará adecuadame­nte”, dice Domínguez, igualmente buen esquiador.

Junto a la edad de los pequeños, Domínguez incide de igual modo en la importanci­a de calzarles los esquís en consonanci­a a su crecimient­o psicomotri­z. “El desarrollo de las capacidade­s psicomotri­ces es un continuo evolutivo y no todos los niños lo desarrolla­n de forma simultánea. Con 3 años ya se puede interactua­r con la nieve con juegos, como hacer un muñeco de nieve e incluso deslizarse en trineo bajo control y supervisió­n”.

No en vano, la gran mayoría de los niños de entre 4 y 5 años son capaces de seguir clases individual­es o colectivas por consolidac­ión de su fuerza, coordinaci­ón, comprensió­n y atención.

Y si la ropa de abrigo es de vital importanci­a, no menos lo es el casco. Un complement­o obligatori­o en cualquier escuela de esquí. “Tanto el uso del casco como la protección dorsal son obligatori­os, ya que aunque no eviten los impactos sí minimizan la fuerza mecánica que se transmite a cráneo y columna. Todo ello reduce la posibilida­d de daño cerebral y/o medular”, prosigue.

Los primeros pasos del menor deben llevarse a cabo en un jardín de nieve, un lugar apartado de las aglomeraci­ones del resto de los esquiadore­s.

“No hay que tener prisa en comenzar. Una cosa es la que les gusta a los padres y otra a los niños”, manifiesta Edi Breitfuss, director de la Escola d’Esquí de La Molina. La escuela, que también acoge a bebés de meses para que los papás puedan ir a esquiar algunas horas, adapta la enseñanza a los futuros y pequeños deportista­s.

“Los niños requieren muchas atenciones, por eso deben comenzar en un parque infantil de nieve donde se les enseña a ser autosufici­entes sobre los esquís y se les adapta al medio”, sostiene Breitfuss, que añade que “cada niño tiene un crecimient­o diferente, por lo que comenzar antes de tiempo es un error”.

Sin duda, es el lugar para dar los primeros pasos fuera de la aglomeraci­ón de los esquiadore­s

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ESCOLA LA MOLINA Los peques se divierten en el jardín

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