Nueva Zelanda se desarma para ganar seguridad tras el atentado
El Gobierno prohíbe fusiles de asalto y armas semiautomáticas de estilo militar
Menos armas para lograr un país más seguro. Esa es la decidida apuesta de las autoridades de Nueva Zelanda, que ayer anunciaron que prohíben de forma inmediata la venta de fusiles de asalto y armas semiautomáticas de estilo militar, el mismo tipo de armamento que empleó el terrorista islamófobo que el pasado viernes asesinó a 50 personas e hirió a otras tantas en dos mezquitas de Christchurch.
“El 15 de marzo nuestra historia cambió para siempre. Ahora, nuestras leyes también lo harán”, aseguró la primera ministra, Jacinda Ardern, que así cumplía con la promesa que hizo al poco de perpetrarse la matanza. “Vamos a hacer que nuestro país sea un lugar más seguro”, precisó la mandataria, a la que le llueven los elogios de dentro y fuera por su gestión de la tragedia. Aunque la orden ya entró ayer en vigor, todavía debe ser refrendada con una normativa que se tramitará de urgencia. La premier neozelandesa ya cuenta con el apoyo del mayor partido de la oposición, por lo que no se encontrará grandes resistencias en el Parlamento y es posible que la ley esté lista para el próximo 11 de abril.
Ardern también explicó que la prohibición se extiende a los cargadores de alta capacidad y a los dispositivos que permiten realizar disparos más rápidos o para transformar algunos rifles en semiautomáticos de estilo militar. “Para resumir, cada arma semiautomática empleada en el ataque terrorista del viernes quedará prohibida en este país”, apuntó. Su propuesta incluye excepciones como en el control de plagas y las competiciones internacionales de tiro de la Policía y las Fuerzas de Defensa.
Con una población inferior a los cinco millones de habitantes y fama de ser uno de los países más seguros del mundo hasta hace una semana, se estima que alrededor de 250.000 ciudadanos poseen 1,5 millones de pistolas y rifles de diferente calibre. Con la nueva regulación, el Gobierno pondrá en marcha un plan de recompra de los cerca de 15.000 fusiles que ahora han quedado prohibidos, una operación que les podría costar entre 100 y 200 millones de dólares.
Los dueños de esas armas dispondrán de un periodo de tiempo limitado para entregarlas a las autoridades para que procedan a su destrucción. Si no lo hacen y son detectados, se enfrentan a multas y penas de cárcel de hasta tres años. “Quiero reiterar que las acciones anunciadas no van contra los propietarios legítimos de estas armas. Están dirigidas a garantizar que esto nunca vuelva a suceder”, dijo Ardern.
El presidente de la Asociación de Policía, Chris Cahill, elogió el plan del Gobierno y dijo que su agrupación ha estado solicitando una medida similar durante años. Por su parte, el representante de la Federación de Granjeros, Miles Anderson, aseguró que, pese a que algunos de sus miembros se muestren reacios, esta es “la única solución práctica” tras lo ocurrido. “Las armas equivocadas no pueden caer en las manos equivocadas”, sentenció.
Con los 50 fallecidos ya identificados, Nueva Zelanda se prepara para recordar hoy a las víctimas de la masacre. Continúan hospitalizadas 29 personas, nueve de las cuales, incluida una niña de 4 años, en estado grave.
“Cada arma empleada en el ataque terrorista del viernes quedará prohibida en este país”, anuncia Ardern