Un guardia civil testifica que el Govern buscó financiación en China
El agente interpreta que para la independencia se precisaban 22.800 millones
El riesgo de los testimonios prestados en cadena y a borbotones es que la llamarada puede saltar por cualquier parte, y a veces a partir de deducciones más o menos arriesgadas. En la sesión de ayer, la vigésima, del juicio del 1-O, pasó algo de eso, al hilo de las revelaciones del primer guardia civil declarante, quien explicó que los dirigentes independentistas mostraban en sus comunicaciones una especial preocupación por la financiación de la proyectada república catalana, por lo que intentaron buscarla en China, por valor de 11.000 millones de euros, cantidad en la que cifraban de forma aproximada las primeras necesidades de la operación.
Todo ello a resultas del registro en el domicilio y oficina del exsecretario de Hacienda, Josep Maria Salvadó, uno de cuyos correos electrónicos sin remitente identificado planteaba la conveniencia de contar con esos fondos para la consolidación de la nueva república, y en una fase transitoria previa 4.500 millones, procedentes de recursos propios. Para ese objetivo ya estaba diseñado –añadió– un plan que pasaba por recaudar impuestos a través del sector público catalán, que a partir de un determinado momento comenzaría a hacer frente a los pagos correspondientes a la agencia tributaria de Catalunya. Otras fuentes de financiación provendrían de los ayuntamientos –por valor de 6.000 millones–, y de los ingresos propios de la nueva administración, en este caso por valor de 1.300 millones. La suma, 22.800 millones.
La cuestión, ante un correo electrónico de estas características, es qué posible valor probatorio se le puede conceder. Hay que tener en cuenta que el agente que aportó el análisis de este material se encargaba de tratar de suministrar datos sobre la posible existencia del delito de malversación en la actuación de los exmiembros del Govern. Ese correo, en suma, ¿es un indicio, cuando no consta el remitente ni qué consecuencias prácticas tuvieron esos dibujos en el aire, si es que tuvieron alguna?
El material, en todo caso, existe y, como un macroproceso es un pozo sin fondo, figura en la causa. Y puede servir para alargar la sombra de las acusaciones, al tiempo que alimenta la lista de momentos estelares del juicio y su proyección. Aunque hay otros resortes igualmente efectivos para esos fines. Por ejemplo, las palabras clave. Una de ellas, “odio”, se escuchó ayer en diversas ocasiones en el curso de la vista.
Fueron varios los guardias civiles declarantes que la usaron para describir las situaciones a las que hicieron frente en el cumplimiento de sus obligaciones, cuando registraron por orden judicial domicilios, sedes oficiales y naves industriales, o cuando con el mismo respaldo y legitimidad acudieron el 1-O a cenmuy tros de votación con el objetivo de impedir el referéndum. En este punto, los testimonios perdieron todo tipo de referencia técnica para convertirse en la aportación de una serie de vivencias muy diversas, alentadas o cuestionadas de forma distinta desde las acusaciones y desde las defensas. Hubo, en este sentido, agentes que supieron explicar con gran ecuanimidad sus experiencias, de forma muy serena. Sin entrar a ningún trapo, por decirlo gráficamente. Otros, en cambio, demostraron haber sufrido con esos cometidos un grave “daño moral”, como dijo uno de los testigos, hasta el punto de plantearse peticiones de traslados para abandonar Catalunya, en algunos casos tras muchos años de residencia y servicio en ella, por problemas “de mis hijos en el instituto”, según el relato del mismo declarante.
Las defensas, en cambio, se sienten prácticamente inermes para contrarrestar estas exposiciones, en las que los agentes relatan los insultos –expresándolos habitualmente en el juicio en catalán, como los recibían– y el acometimiento a sus convoyes y comitivas judiciales. El presidente del tribunal, Manuel Marchena, volvió a insistir ayer a los letrados que no pretendan convencer a los testigos de sus versiones de los hechos, sino al Supremo, que es el que debe dictar sentencia.
La frustración de los abogados, y sus quejas, proceden de que por ahora no pueden confrontar a los
Varios agentes declaran que en los centros de votación sintieron el “odio” de los presentes
declarantes con los vídeos que constan en la causa. Marchena les responde cada vez que el principio de contradicción no consiste en discutir con los testigos, sino con las acusaciones. Los vídeos llegarán, en todo caso, con la prueba documental del juicio. Mientras tanto, el letrado Jordi Pina, por ejemplo, halló ayer el modo de introducir ese factor de contraste, cuando a una agente le preguntó si también vio las despedidas a convoyes de fuerzas de seguridad del Estado que partían desde distintos puntos de España hacia Catalunya al grito de “A por ellos”. Hecha la pregunta, hubo unos segundos de silencio, tras los cuales se oyó la voz de la agente decir: “Sí, las vi en televisión”.
Pina pregunta a una cabo sobre el grito de “A por ellos” en las salidas hacia Catalunya