La ley del hijo único deja millones de varones solteros
Aprobada en 1979, la ley del hijo único combinaba propaganda, presión social y penalizaciones económicas para conseguir sus objetivos. Escudándose en su importancia para facilitar el desarrollo de la nación, su aplicación fue muy estricta, y durante años se registraron miles de esterilizaciones y abortos forzosos, infanticidios y la persecución y encarcelamiento de aquellos que se atrevían a denunciar lo sucedido.
Con el paso de los años y el aumento de la esperanza de vida, la legislación se fue relajando, hasta que en el año 2016 todo el mundo tuvo derecho a tener la parejita. Las autoridades defienden que este experimento social evitó unos 400 millones de nacimientos, lo que les sirvió para controlar el crecimiento de la población y luchar contra la pobreza. Sin embargo, además de la bajada de la tasa de natalidad o de la reducción de la población activa, una de las grandes lacras asociadas a la ley del hijo único es la diferencia entre el número de hombres y mujeres que hay hoy en día en China. La limitación de tener sólo un vástago, sumada a la tradicional preferencia por el varón, provocó que durante años las parejas recurrieran a los abortos selectivos para cumplir con sus expectativas. Como resultado, el país cuenta con más de 30 millones de hombres solteros que difícilmente encontrarán pareja en el futuro, lo que alimenta el mercado del tráfico de mujeres de los países vecinos.