El Museu de les Aigües recupera una de las primeras obras de Gaudí
La cascada de la Casa Vicens, derrumbada en 1945, se reconstruye en Cornellà de Llobregat
Apasionado de la vegetación, pero también del agua. Diferentes elementos de la obra de Antoni Gaudí demuestran que el bien más preciado y cada vez más escaso del planeta, que hoy celebra su día universal, también sirvió como fuente de inspiración para el arquitecto universal. Un ejemplo es el sistema de canalización del Park Güell. Otro fue más efímero y se perdió víctima de la especulación de mediados del siglo pasado. La Casa Vicens, construida entre 1883 y 1885, fue el primer gran proyecto de Gaudí en Barcelona. En aquella finca del barrio de Gràcia –por aquel entonces villa independiente– se alzó una espectacular fuente con cascada que refrescaba el ambiente del jardín a la vez que protegía la intimidad de los propietarios. Ahora la Casa Vicens es patrimonio de la humanidad reconocido por la Unesco pero en 1945 la presión urbanística obligó a los dueños a vender parte de los terrenos. Con aquella transacción la cascada cayó en desdicha y se derrumbó, perdiéndose una de las primeras perlas de Gaudí.
Ahora aquel elemento de incalculable valor patrimonial y artístico se ha recuperado a las afueras de la capital catalana, en el Museu de les Aigües de Cornellà de Llobregat. Allí se inauguró ayer una reconstrucción minuciosa y fidedigna de la fuente y la cascada de la Casa Vicens. “Todos los materiales están hechos a mano, se han seguido las mismas técnicas constructivas de la ladrillos hechos a mano uno a uno época”, afirmó el arquitecto director de la obra, Josep Vicenç Gómez Serrano. “Estéticamente y arquitectónicamente es impactante”, valoró el catedrático de Estructuras de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).
Se han fabricado artesanalmente, uno a uno, 27.000 ladrillos y 3.000 azulejos para reproducir a escala real una estructura de diez metros de altura. En los dos pilares de los extremos se sitúan los depósitos que permiten que el agua fluya emulando el efecto y el sonido de una cascada. Entre ellos, un arco parabólico que esconde un paso interior. Siguiendo criterios de sostenibilidad, la infraestructura tiene un circuito cerrado de agua que evita su despilfarro. “Lo más complejo fueron los paraboloides hiperbólicos”, reconoció Gómez Serrano. Las tareas se han ejecutado en un plazo de medio año.
“Se ha trabajado fielmente sobre los planos y las fotografías de la original”, agregó el historiador y especialista en Gaudí Daniel Giralt-Miracle, responsable del proyecto. “La cascada es Gaudí en estado puro. De una originalidad tremenda. No hay estética gratuita, todo tiene una función”, remarcó. “Fue una obra efímera, tan sólo tuvo sesenta años de vida. Fue víctima del inicio del desarrollismo, de la especulación de los terrenos que se realizó en la época”, añadió quien fue comisario del Any Gaudí. “La obra se debe entender con su contexto”, insistió. En este sentido, Giralt-Miracle se