Zanón lleva a Carvalho a la comisaría
Me pido de mayor ser personaje de todas las novelas que le quedan por escribir a Carlos Zanón. Una de las cosas más bonitas que el miércoles por la noche confesó el autor a su paso por el club de lectura de los Mossos d’Esquadra es que echa de menos a Pepe Carvalho, el más popular de todos los detectives patrios y al que Zanón ha resucitado con una transfusión de sangre.
El intendente de Ciutat Vella cedió la sala de actos del último piso de la comisaría para que una decena de lectores del club debatieran con el autor sobre su última obra y el personaje. A ninguno de los policías se le ocurrió llevar de paseo a Zanón por las entrañas del edificio, visitando los antiguos calabozos de Nou de la Rambla; como ninguno se interesó sobre los sucesos y mossos que aparecen en el libro.
Zanón ha usado como tramas y subtramas algunos casos reales ocurridos en Barcelona, pero contados a su manera sin importar el detalle de quién hizo qué. Recupera el crimen de la Guardia Urbana, el robo en un piso del Eixample que terminó en carnicería y el asesino en serie de prostitutas a las que enterraba en la ladera de Montjuïc.
En esa mesa cuadrada estaban algunos de los investigadores que resolvieron algunos de esos casos, pero que estaban más interesados en saber cómo se puede dar vida a un personaje heredado, que tiene otro padre y que sólo te lo han prestado.
El escritor les confesó la ilusión que le hizo recibir el encargo de Planeta, que contaba con el visto bueno de la familia de Manuel Vázquez Montalbán y que había sido idea del tan extrañado librero Paco Camarasa. Que por cierto, fue el fundador, hace ya diez años, y conductor hasta su muerte del club de lectura de la policía catalana. Zanón contó que había leído a Carvalho de chaval y que la opción de jugar con semejante personaje fue un regalo.
Puso en su momento algunas condiciones, como por ejemplo que no se filtrara su nombre hasta que la novela estuviera acabada. Investigar quién de los pocos que estaban al corriente del proyecto se fue de la lengua hubiera sido un buen trabajo para todos aquellos investigadores.
Una de las participantes admitió el miedo que tenía de enfrentarse al trabajo, por su doble condición de fiel a Montalbán y a Zanón. Si en lugar de policías hubieran sido boleristas se habrían arrancado con el célebre “como se puede querer a dos mujeres a la vez y no estar loco...”. Pero el autor del Guinardó es más de rock and roll y reveló cómo durante el proceso de creación del nuevo Carvalho, planteó a la editorial que el detective no cocinara.
La zanoniana y montalbaniana casi se desmaya al escuchar semejante sacrilegio. “Es un libro de ausentes que están presentes”, dijo la lectora con su libro subrayado como epitafio para admitir que el Carvalho de Zanón, más delgado y con mucho más pelo que el anterior, le había enamorado. También es mucho
El autor barcelonés participó el miércoles en el club de lectura de los Mossos d’Esquadra, que cumple diez años
más torturado, violento y mujeriego. Un tipo que se cruza con gente buena para interactuar, que ya no come en la Casa Leopoldo ni se emborracha en el Boadas, y que puestos a quemar, en estos tiempos de “banderas patriotas, banderas idiotas” se atreve con la Constitución.
Fue al final, cuando a la comisaría llegaban los primeros menores migrantes para pasar la noche, que los policías preguntaron por Laura, uno de los nuevos personajes que acompañan a Carvalho en su aventura. Y casi cantando, Zanón reveló la identidad de la mujer que le había inspirado. Que cada lector decida si el detective y la periodista están liados. Y que el autor, como a Carvalho, también la eche de menos.