Regreso al pasado
Ahora que entramos en campaña electoral, parece adecuado preguntarse sobre que ámbitos deberían abordar los partidos para mejorar el bienestar colectivo. Porque, aunque está fuera de discusión que en PIB o empleo la situación ha mejorado, existe una amplia percepción que ello no se ha trasladado al microcosmos familiar.
Para dilucidar si esta disonancia es cierta, la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE ofrece información adecuada. Según ella, la crisis 2008-2013 provocó un marcado empobrecimiento de millones de familias: las que ingresaban menos de 1.500 euros al mes aumentaron un espectacular 26% (de 7 a 8,8 millones) e, incluso, crecieron más del 33% aquellas por debajo de los 1.000 euros (de 3,6 a 4,8 millones); en cambio, los hogares con renta superior a 1.500 euros se redujeron (de 10 a 9,4 millones). En este ámbito, la recuperación 2013-2017 ha significado un cambio substancial: las familias con menos ingresos se han contraído casi un 13%, mientras el resto ha aumentado más del 15%. Con este ir y venir, en el 2017 hemos regresado al 2008: en torno al 40% de los hogares viven hoy con menos de 1.500 euros al mes, una proporción similar a la del 2008, aunque alejada del casi 50% del 2013. Cierto que la situación no es del todo parecida, ya que el IPC ha aumentado; pero ello no modifica el que, en lo tocante a ingresos familiares, la recesión
Incluso en la renta familiar los efectos de la crisis financiera se han disipado, pero persiste la insatisfacción
puede considerarse superada.
Lo anterior apunta a una gran distorsión de nuestras percepciones sobre el pasado. Nada extraño, ya que los humanos olvidamos las penurias e idealizamos el pasado. Pero los datos son tozudos: en el 2008 en España, medio millón de hogares sobrevivía con menos de 500 euros al mes; casi 3 millones con ingresos entre 500 y 999 euros; y 3,4 millones con renta entre 1.000 y 1.499 euros. En el 2017, sus volúmenes respectivos eran 850.000, 3,1 millones y 3,7 millones. Pero dado que las familias en España han aumentado, lo importante es su distribución relativa. Y, en lo tocante a ella, sus pesos son similares. ¿Conclusiones? Dos muy relevantes: que, incluso en renta familiar, los efectos de la crisis financiera se han disipado y que, al final de la expansión de los 2000, la distribución del ingreso no era tan positiva como hoy creemos.
Si ello es así, ¿cuál es la base de la insatisfacción que se observa? Refleja la emergencia de dos elementos distintos que justifican muchas de las críticas a la situación actual: concentración de la riqueza e incertidumbre. Pero no se confundan: renta y patrimonio son conceptos distintos, como lo son las percepciones (positivas o negativas) sobre lo que nos aguarda. En esta tesitura, conviene no errar el tiro y ajustarlo a los problemas que deberían tratar los partidos en sus campañas. Y ello apunta a revisar la imposición sobre la riqueza y a defendernos de los peores aspectos de la globalización. ¿Nos dirán algo sobre ellos? No lo creo. Tengo, para mí, que darán la callada por respuesta.