La Vanguardia (1ª edición)

Encantos imperfecto­s

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Vivía en un piso de alquiler horrible y carísimo, trabajaba de periodista freelance con bastante éxito y vestía ropa cara. ¿Pero...? Era muy infeliz. Mis amigas empezaban a casarse, tener hijos, comprarse una casa... Y yo seguía como a los 20 años pero con 36. No tenía novio, bebía mucho vino, mi relación con el dinero era espantosa y leía muchos libros de autoayuda pero sin llevar a la práctica ninguno de sus consejos...

¿Y se propuso seguirlos a rajatabla?

Sí, un domingo de resaca decidí escoger doce “obras maestras” de la autoayuda y hacer todo lo que proponían durante un año.

¿Por dónde empezó?

Aunque tenga miedo, hágalo igual, de Susan Jeffers. Como me daba terror hablar en público hice monólogos en un pub, posé desnuda en una clase de pintura... ¡Fue horrible! Salté en paracaídas... Hice más cosas disparatad­as y ridículas durante ese mes que en toda mi vida.

¿Con algún buen resultado?

En algún lado leí que lo que nos da miedo no es que la vida sea corta, tememos no sentirnos vivos mientras la vivimos. Durante mi batalla contra el miedo me sentí extenuante­mente viva. Aprendí que la vida empieza cuando decides apagar la tele y levantar el culo del sofá.

Menos pensar y más actuar.

Me di cuenta de que era capaz de mucho más de lo que pensaba. Otro reto importante fue el que proponía Terapia del rechazo, de J. Comely.

Suena humillante.

La idea es que todos tenemos miedo al rechazo y eso nos impide hacer lo que queremos hacer, así que, entre otras cosas, debía ser rechazada por alguien cada día durante un mes.

¿Se deprimió?

En Inglaterra somos muy reservados, no hablamos los unos con los otros, y la soledad es un problema, me di cuenta de que si hacemos el esfuerzo la respuesta suele ser positiva.

¿Qué sacó de bueno?

En los pubs me acerqué a mesas de grupos de amigos desconocid­os y les pedí participar, la respuesta fue siempre sí; propuse escribir una columna en un diario convencida de que me dirían que no, y la aceptaron... Resulta que la gente te dice sí más a menudo que no.

¿Fue a por el triunfo, la belleza, el descapotab­le y la casa de sus sueños?

Sí, me apliqué con El secreto, empapelé el apartament­o con fotos de mi casa soñada, me descargué la plantilla de un cheque en blanco y escribí Después de leer Help me! (Grijalbo), un libro divertidís­imo, lleno de hum ore ironía, en el que Power narra el año que pasó siguiendo a rajatabla los consejos de los grandes gurús del desarrollo personal, la imaginé poco agraciada y algo patosa en las interaccio­nes humanas, pero es preciosa, simpática y brillante (su libro se ha traducido a 27 idiomas y se va a convertir en una serie). “Cierto, hay una gran diferencia en có m o m eveoyoycó m o me ven los demás, pero he descubiert­o que ese sentimient­o es universal”. Es difícil no sentirse identifica­da en algunas páginas del libro. “La mayoría de los días no sé ni lo que quieroco m er,có m ovoya saber cuál es mi propósito en la vida. Hoy sigo sin saberlo, pero me acepto”.

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ÀLEX GARCIA

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