La belleza de los lazos

El pasado día de San José, un buen amigo mío, un aplicado y ferviente secesionista, me invitó a comer. Respecto al procés militamos en bandos distintos, pero esto nunca ha sido óbice para continuar cultivando nuestra amistad.

Hablamos de música y nos gusta recordar nuestro pasado común; hablamos de nuestros nietos, nuestros hijos, nuestros padres y, sobre todo, de nuestras antiguas novias y, cuando sale Catalunya, trampeamos el tema con la máxima delicadeza. No queremos discutir.

Desde los inicios, mi amigo siempre ha lucido un enorme lazo amarillo en su pecho. Él es feliz de esta manera, y a mí nunca me ha molestado. Aquel día, en el restaurante, los comensales más cercanos lo observaron con atención ya que su lazo destacaba muchísimo sobre su jersey de color negro, sin embargo, nadie hizo el más mínimo espaviento.

Esta es la belleza de los lazos amarillos. Unos los usan y otros no. No obstante, ahora, el presidente Torra ha estropeado la aludida lindeza. Ha querido poner lazos amarillos en pechos inadecuados. Con esta metáfora me refiero al balcón de la Generalitat.

JORDI QUEROL PIERA

Barcelona

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