El Ayuntamiento dice que el jardín recuperará su esplendor
dillas en los entornos de las instalaciones de más de 55 centímetros de profundidad, y que optaron por llenar el fondo del estanque de hormigón para evitar problemas de seguridad. Las fuentes municipales añaden que la desaparición de los nenúfares es del todo coyuntural, en realidad una consecuencia de la correspondiente parada invernal, que muy pronto regresarán todos la mar de hermosos. La gente, no obstante, se impacienta porque las obras de reforma del parque empezaron en el otoño del 2017, y terminaron en el verano del 2018, y la reforma del estanque tuvo lugar en sus primeras fases.
“Dado que se trata de una balsa naturalizada incluida dentro del programa de naturalización del Ayuntamiento –abundan desde el área de Parcs i Jardins–, la gestión de la biota se hace a través de un procedimiento especial. Precisamente el hecho de que sea una balsa naturalizada hará que esta balsa sea más rica en biodiversidad que la anterior balsa. Y estamos tratando de potenciar la fauna autóctona, especies como el bobo, la reineta o la rana verde. Pero ello no se conseguirá de una manera inmediata. Aún tardará unos cuantos meses”. Y sobre la tala de los álamos que rodeaban el estanque y proporcionaban aquella sombra tan grata y ahora añorada las fuentes municipales recuerdan que muchos de estos árboles tenían las raíces podridas, que no pocos de ellos se habían desplomado, que su futuro era muy turbio... “Además, ninguno de ellos forma parte del diseño original del parque de Rubió i Tudurí del año 1932. Son fruto de una plantación posterior”.
Bartolomé Criado, presidente de la asociación de vecinos y comerciantes del Turó Park, dice que sí, que los álamos no formaron parte del diseño original de Rubió i Tudurí del año 1932, pero que sí que lo hizo la profundidad del estanque. “Antes de las obras de reforma, la profundidad era de entre 70 centímetros y un metro –continúa Criado–. Ahora es de entre 20 y 30 centí- metros. En su momento advertimos a los técnicos municipales que esta medida tendría graves consecuencias sobre el ecosistema, que tan poca agua se echaría a perder, que si era necesario, aunque jamás se hubiera producido ningún accidente importante, que pusieran unas vallas y unas barandillas. Porque Rubió i Tudurí lo tenía todo pensado para generar un pequeño ecosistema que insuflara vida al parque. Y durante décadas pudo constatarse tenía toda la razón”.
Pero los del Ayuntamiento, se lamenta el presidente de la asociación de vecinos y comerciantes del barrio, “prefirieron no escucharnos, una vez más, y sacar todos los
El Consistorio argumenta que está potenciando la fauna autóctona
peces de colores, tortugas y ranas y traer un montón de sacos de hormigón. Poco a poco están transformando el Turó Park. El lugar está perdiendo aquellos aires nórdicos que lo hacían diferente en una ciudad como Barcelona. Antes, a veces, parecía un jardín de San Petersburgo. Pero este tipo de zonas verdes requieren de un mantenimiento muy importante, y a este Ayuntamiento le cuesta mucho gastarse dinero en la parte alta de la ciudad”.
Las entidades se quejan de la falta de atención a las peticiones de este lado de la ciudad