Notre Dame, incendiada
Siguen las dos torres supervivientes de las llamas que el pasado lunes destrozaron el tejado de la catedral de Notre Dame y derribaron el pináculo. Todos temíamos lo peor, el derrumbe completo, pero la actitud de varios hombres fue heroica. Por un lado, los bomberos que subieron, sin saber si podrían volver a bajar, para comprobar el estado de dichas torres. Por otro, los propios bomberos que se introdujeron en Notre Dame para atacar las partes más sensibles al incendio y la posible caída del edificio. Y hay que nombrar al capellán de los bomberos, que se introdujo en medio del fuego para rescatar las reliquias más emblemáticas de la catedral: la corona de espinas de Jesucristo y la túnica de san Luis. Hicieron una cadena humana para sacarlas. Frente a toda la tensión acumulada, se produjo un milagro: quedó intacto un fragmento de la cruz de palo de la crucifixión y un clavo, el altar y el crucifijo que presiden la catedral y la Virgen, además del mayor de los tres órganos.
Todos los franceses están convencidos de que el apoyo moral, con oraciones y cánticos de tantos ciudadanos de todas las etnias, fue crucial para salvar Notre Dame. Algo de extraordinario parece haber en todos estos acontecimientos.
CRISTINA CASALS MASSÓ
Suscriptora Esplugues de Llobregat
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