La tumba de los gigantes
De Guardiola a Cristiano, la Champions deja un rastro de víctimas ilustres
Inglaterra todavía está temblando después del partido más dramático del año, el que colocó al Tottenham en las semifinales de la Liga de Campeones gracias a una decisión del VAR en el tiempo añadido que bajó el telón a una función de frenopático. La implacable ley de la Champions se aplicó en su máxima y cruel interpretación en el Etihad Stadium y el Manchester City pasó a engrosar la extensa lista de gigantes devorado por la magnética competición continental.
“Guardiola es al fútbol lo que Marck Zuckerberg a las redes sociales. Un pionero y un genio, pero no una persona sin defectos”, juzgaba The Telegraph, un resumen de la posición general de la prensa inglesa, que no es indulgente pero tampoco carga las tintas contra el técnico catalán. La Champions está hecha de detalles y golpes de efecto, muchas veces incontrolables, como el gol de Llorente que, según Guardiola, el árbitro debió haber invalidado por mano. En cambio, los expertos le conceden validez para esta temporada, pero no para la siguiente, cuando las directivas de la International Board considerarán punible cualquier mano, voluntaria o involuntaria, en las acciones atacantes de gol.
No puede existir un detalle más recóndito y perverso, y con tal poder de destrucción. Ampliado al microscopio, es un ejemplo clarificador del carácter despiadado de una competición que deja secuelas en las pieles más curtidas. A Guardiola se le reprocha el barbecho de seis años sin semifinales, Cristiano Ronaldo no ha digerido correctamente la eliminación a manos del Ajax. La Repubblica asegura que el portugués no llegará a cumplir su contrato con la vecchia signora hasta el 2022 y hará las maletas al final del próximo curso. Indica además que el jugador ha exigido fichajes para formar un Juventus ganador. Sus cinco goles en las eliminatorias de octavos y cuartos no han servido para nada. La Champions es dura y prescinde de iconos y jerarquías.
En este sentido, la aristocracia europea está de capa caída. A excepción del Barcelona, todos los campeones de las grandes ligas europeas han quedado excluidos del banquete continental. El Bayern y el PSG no soportaron los octavos de final, el Juventus y el Manchester City se han desplomado en los cuartos. El Real Madrid, campeón en las últimas tres ediciones, cayó estrepitosamente en la primera eliminatoria –frente a un Ajax al que infravaloró–, al igual que el Atlético de Madrid, anfitrión de la final, y que en consecuencia había depositado toda la ambición en esta Champions.
A la vista de estos dramas individuales y colectivos no cuesta tanto dar crédito al desmoronamiento experimentado por el Barcelona la temporada pasada en el Olímpico de Roma. Fue durísima la lección, pero el equipo de Valverde ha aprendido a no subestimar ningún escenario por ventajoso que aparente. Por eso este año es el único semifinalista invicto, pero todavía quedan detalles que controlar y trampas por evitar hasta que esta sádica Liga de Campeones proclame una sentencia definitiva.
Salvo el Barça, todos los campeones de las grandes ligas han quedado eliminados