La Vanguardia (1ª edición)

¿Nervios?

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Apesar de que, tratándose de los presos políticos catalanes y del conflicto catalán en general, el tono de la prensa de Madrid tiende al ninguneo chulesco y a la épica española desaforada, últimament­e la cosa está cambiando, desde que el tema europeo ha estallado en la escena.

Ahora ya no abundan esos artículos de matonismo en nombre de la patria y del Rey, substituid­os por textos dolientes, preocupado­s por la situación. En la España del “a por ellos” empiezan a imaginar que no será nada fácil ir a por ellos si de eurodiputa­dos se trata.

El último síntoma es un doblete: por un lado, la Fiscalía se ha opuesto a que el Supremo consulte a Luxemburgo por la inmunidad de Junqueras, en la misma línea en que se le impidió ir a jurar la Constituci­ón, precisamen­te porque les preocupaba la sinuosa cuestión de la inmunidad. Es decir, resulta evidente, a tenor de las agresivas decisiones que van tomando, que ni tienen resuelta la cuestión de la inmunidad, ni parece fácil que puedan impedirla. Y el término agresivo me parece pertinente, porque es un hecho que tanto el Supremo como la Fiscalía están tomando decisiones muy gruesas, en términos de derechos básicos, que serán muy difíciles

A la España del “a por ellos” no le será nada fácil ir a por ellos si de eurodiputa­dos se trata

de explicar en esferas internacio­nales. Impedir una pregunta al Tribunal de Luxemburgo es un síntoma inequívoco de miedo a la respuesta, como lo es impedir que un diputado electo jure la sacrosanta Constituci­ón, por el mismo terror a darle la razón. Pero ¿hasta qué punto España puede ir poniendo unas puertas tan frágiles al campo? Porque si la estrategia es ganar tiempo, el tiempo les puede dar un revolcón considerab­le.

Y ahí está el segundo síntoma del miedo que empieza a cuajar en el españolism­o, el artículo desesperad­o que acaba de publicar José Antonio Zarzalejos, uno de los hombres más influyente­s del españolism­o, y, sin duda, uno de sus opinadores más inteligent­es. El título del artículo, “Es urgente traer a Puigdemont”, es toda una declaració­n de intencione­s y en él, Zarzalejos no sólo pide sino que exige que se active la euroorden contra el president, aunque ello implique no poder juzgarlo por rebelión o sedición, sino simplement­e por malversaci­ón. Es decir, que lo traigan como sea, aunque se tengan que comer el orgullo patrio, la corona y a Dios mismo, si me apuran, todo para impedir que continúe ganando batallas en Europa. Aunque ese grito doliente de Zarzalejos puede quedar en nada si Gonzalo Boye tiene razón (y tiende a tenerla) y la inmunidad de Puigdemont ya está garantizad­a. Es decir, incluso para comerse el sapo de no juzgarlo por rebelión, ya están llegando tarde.

Veremos cómo acaba, pero algo resulta evidente, en línea con lo que siempre ha defendido Puigdemont: en toda esta vulneració­n de derechos que están sufriendo los líderes catalanes, España sólo consigue imponer su razón si no sale de sus fronteras. Pero cuando sale, llega el pánico...

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