Seguimientos y centenares de horas de móviles pinchados
par de nuevo la heroína del Raval.
En mayo pasado, los Mossos d’Esquadra y la Policía Nacional descubrieron en el seno del Citco, el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado, que algunos objetivos de la operación de los Mossos coincidían con otra investigación que la Policía Nacional estaba llevando a cabo con otro juzgado de Barcelona por un delito de trata de personas y contra la ley de Extranjería. Se decidió entonces unificar el trabajo bajo el primer magistrado, el del número 16, y compartir la información. Desde ese momento, a la operación Suricata se sumó la unidad central de redes de inmigración ilegal y falsedades documentales de la Policía Nacional de Catalunya, la Ucrif, que tutela una parte de la investigación que permanecerá en secreto durante más tiempo y que está relacionada con el tráfico de seres humanos.
De manera simultánea, se accedió a 35 inmuebles y un par de establecimientos comerciales. Todos los registros y el medio centenar de detenciones se llevaron a cabo sin incidentes. Además, se intervino una buena cantidad de droga, varios kilos de heroína, cocaína, pastillas y estimulantes sexuales ilegales que cada vez se venden más en la calle, especialmente a turistas.
Pero más allá del volumen de droga intervenida, lo importante del operativo policial de este jueves es todo lo que viene después, lo que ocurrirá a partir de este viernes. Para empezar, los investigadores sostienen que el entramado criminal ha sido completamente desmantelado. Una estructura jerarquizada, con un responsable cuyas ojeras intensamente ennegrecidas simulaban las manchas que luce bajo los ojos el suricata, de aquí el bautizo del dispositivo policial.
El trabajo policial empezó a partir de las peleas entre lateros en el frente marítimo
En el último año, un grupo de guardias urbanos ha trabajado en la comisaría de Mossos
Este hombre lideraba una organización integrada exclusivamente por compatriotas repartidos en un engranaje de responsabilidades y ocupaciones. Desde el que recibía la heroína directamente desde Pakistán, hasta el que la guardaba, la repartía entre camellos y el que era obligado a vender latas en la playa.
La organización no sólo tenía esa vertiente de traficantes; tutelaban además a todo un ejército de compatriotas a los que tenían sometidos en régimen de total esclavitud. Hombres que eran obligados a vender un mínimo de latas y a tratar de captar turistas a los que conducían hasta algunos pisos del Raval, donde sólo compraban, pero no consumían en el interior.
Esa parte de la estructura criminal centrada en la trata de personas y contra la ley de Extranjería es la que tutela la Policía Nacional y en la que seguirán trabajando con el objetivo también de tratar de expulsar a los irregulares.
Los investigadores se mostraban ayer más que satisfechos. Uno de ellos aseguraba rotundo: “Ya no vamos a permitir que otros clanes ocupen el espacio que hoy hemos limpiado”. Que se vaya preparando el barrio de La Mina de Sant Adrià para todo lo que se le viene encima.
La organización desmantelada utilizaba a compatriotas como auténticos esclavos
Un mosso advierte que ya no se permitirá a ningún otro clan de la droga ocupar la vacante
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