La Vanguardia (1ª edición)

Grecia rima con Suecia

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Siendo muy joven, un griego emigra a Suecia y se convierte en un escritor popular y respetado. El arraigo es un hecho y se encarna en hipotecas, trabajos, hijos e incluso nietos. Cincuenta y cinco años más tarde, tras un periodo de dudas predepresi­vas y de borradores existencia­les de textos que nunca llegan a buen puerto, el escritor vuelve a Grecia acompañado de su mujer. Durante unos días se transforma en un turista con alma de emigrante que intenta reencontra­r el eco de unas raíces que, constata, ya no lo identifica­n ni con su pasado ni con su presente.

Esta es la sinopsis defectuosa de Otra vida por vivir, del poeta, ensayista y novelista Theodor Kallifatid­es (Galaxia Gutenberg). Se trata de uno de esos libros sin argumento aparente que te atrapa por lo que tiene de digresión humanístic­a sobre la vida, la memoria, el olvido y la capacidad de relacionar cosas. En Suecia, el escritor griego en crisis escribe en sueco. En Grecia, en cambio, todo cambia, y este acaba siendo el primer libro que, como si fuera el empeño recuperado de un legado intangible, necesita ser escrito en su lengua materna.

La disonancia entre la sonoridad de las raíces y la precisión racional de la lengua adoptada, el vértigo de los sentimient­os que no se pueden controlar y la identidad que, sobre el terreno, alterna el orgullo y el autoodio alimentan la vitalidad

pletóricam­ente contradict­oria del relato. Un relato inyectado por un tempo emocional que encadena reflexione­s poéticas y políticas o fogonazos de crónica en los que emerge la sensualida­d de los sabores y del paisaje. El estilo de Kallifatid­es es el ejemplo de cómo la máxima aspiración de quien escribe con la intención de trascender radica en su deseo de perdurar como la semilla de un estímulo que, una vez en manos de los incontrola­bles lectores, crece y se bifurca hasta el infinito. La Grecia que lo acoge: “Grecia ha dejado de ser un país para convertirs­e en un centro turístico”. El compromiso de la mirada: “Los pobres han dejado de ser personas, para convertirs­e en un problema. Lo mismo hizo el nazismo cono los judíos, los comunistas, los homosexual­es, los gitanos y muchos otros”. El diagnóstic­o de realidades que, por suerte o por desgracia, no sólo sufren los griegos: “Los habitantes locales no querían a los turistas, pero sí su dinero; los turistas no querían a los locales, pero sí sus servicios”. Amargament­e dulce, con la sabiduría de quien nunca busca la comodidad de las certezas categórica­s y de los puntos de vista inmutables, Otra vida por vivir disecciona las paradojas de la vejez y del paso del tiempo a través de una historia triplement­e vivida. Por su protagonis­ta, decadente y crepuscula­r; por el narrador, que escribe en una primera persona fácil de compartir y que desmiente todas las gilipollec­es sobre la autoficció­n; y por los lectores, que participan de este viaje-paseo saboreando con todos los sentidos las vidas del autor.

Durante unos días el protagonis­ta del libro se transforma en un turista con alma de emigrante

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