Otra vez en familia
Toy story 4
Dirección: Josh Cooley Intérpretes: Animación Producción: EE.UU., 2019 Animación. 98 minutos En 1995, en su primera aventura fílmica, el simpático sheriff Woody aprendió la lección: el liderazgo de un juguete es efímero. Le costó lo suyo aceptar su desplazamiento por el recién llegado soldado galáctico Buzz Lightyear, pero acabaron siendo amigos. Veinticuatro años más viejo, aunque no se note, y más sabio, a Woody ya no le hiere la autoestima comprobar que la niña que ahora juega con él, con Buzz y los demás siente predilección, pasión, por el juguete que ella misma ha fabricado en la guardería: un tenedor de plástico con ojos y patas mal puestos y un cordel a guisa de brazos y manos, objet trouvé de jardín de infancia que constituye el gran hallazgo de esta cuarta entrega de la serie y sobre el que gira toda la trama, pues Woody librará todas la batallas imaginables para conseguir que este estrambótico cubierto permanezca al lado de la niña.
Toy story 4 demuestra que también los de Pixar/Disney son humanos. En 1999 consiguieron, pequeño milagro, que Toy story 2 estuviera a la elevadísima altura del título original, y en el 2010, gran milagro, que Toy story 3 fuera una obra todavía más brillante que sus predecesoras. Esta vez no han superado el listón, lo que no quiere decir que, además de sentirnos en familia otra vez, no estemos ante un espectáculo gigante, de notable alto, una catarata de aventuras trepidantes y luminosas. En su primer tramo, el empeño de Woody por desactivar la obsesión del tenedor andante por papeleras y contenedores (se cree basura y no juguete, como Buzz se creía antaño un verdadero guerrero espacial) proporciona un encadenado de gags magníficos. Una tienda de antigüedades se convierte en un espacio tan inquietante como la dolida muñeca que en ella habita con sus no menos siniestros sicarios. Hay, es cierto, bastante más azúcar de lo habitual, no fácil de digerir a ratos. Pero la fiesta es grande y creativa comme il faut. Y con momentos de una inesperada vibración: el paseo, dándose la mano y pegando la hebra, de Woody y el tenedor por una carretera solitaria, de noche, es de veras una escena memorable.