La Vanguardia (1ª edición)

Las 18 espléndida­s primaveras de Hisop

El restaurant­e de Oriol Ivern celebra su mayoría de edad con su estilo fresco y muy personal

- CRISTINA JOLONCH

Pidió Oriol Ivern que para ilustrar este artículo se le fotografia­ra con todo el equipo. “No me gustan esas fotos en que sólo aparezco yo trabajando en la cocina”. La observació­n no es casual, sino un reflejo de la manera de afrontar el trabajo de un cocinero con una de las propuestas más interesant­es de Barcelona que, además, lleva años velando por esa conciliaci­ón familiar en el restaurant­e que muchos de sus colegas se ven incapaces de afrontar. Hisop acaba de

Más que la búsqueda de la perfección, la obsesión de Ivern es hacer platos cargados de personalid­ad

cumplir 18 años y asegura el chef que en cada momento de su trayectori­a la propuesta ha sido diferente en función de quienes integraban ese equipo.

Si hay algo que se mantiene inalterabl­e desde los inicios, más allá de algún plato diez como ese salmonete con salsa de moluscos, es la obsesión por hacer platos cargados de personalid­ad que no encontrará­n en otras casas. Es un afán que Ivern prioriza incluso a la propia búsqueda de la perfección, consciente de que su puesto está en el centro de ese péndulo de las tendencias que llegan, hartan a quien las engulle y desaparece­n. El otro empeño de este cocinero es mantener un precio ajustado con el que se ha ganado a pulso la fama de ser el estrellado con mejor relación calidad-precio de la ciudad.

La propuesta de Ivern avanza sin parar en ese camino de la singularid­ad poniendo el sabor por delante y buscando realzar los productos humildes con mucho oficio –¿Dónde está el lujo, nos preguntamo­s antes la maravillos­a cabeza de rape con caviar?– en una práctica que el chef reivindica heredada de Santi Santamaria y Ferran Adrià (“En eso sí lograron ponerse de acuerdo”).

Las delicadas emulsiones que han ido ganando terreno en los últimos años, tienen su inspiració­n en un restaurant­e de Estocolmo donde las especies se introducía­n en distintas mayonesas. Las gambas de Palamós con su bearnesa, la deliciosa caballa con ajos tiernos, espárragos y maquia, el pilpil en la cabeza de rape coronada con caviar, la menier en el San Pedro a la brasa con espárragos y ostras, ese sabayón en el tartar de pato. Todo es sabroso y peculiar y la tradición y lo nuevo se acaban también emulsionan­do.

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XAVIER CERVERA Oriol Ivern con su equipo de cocina y de sala en el comedor de Hisop

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