La Vanguardia (1ª edición)

INSEGURIDA­D Vivir en estado de alerta permanente

El temor a ser víctima de un delito provoca cambios en la rutina diaria de los ciudadanos

- JAVIER RICOU

Mirar a un lado y a otro antes de pasar el umbral de la puerta de casa, girar la cabeza constantem­ente para comprobar si hay alguien detrás cuando se camina de noche por la calle, dejar en el domicilio una joya que siempre se ha llevado fuera de casa, esquivar por miedo barrios o calles por los que se ha transitado toda la vida, dejar de visitar establecim­ientos y espacios antes frecuentad­os por temor a ser víctimas de un delito, sospechar de todo el mundo... Eso es vivir en un estado de alerta permanente. Ocurre cuando la sensación de insegurida­d, como está ocurriendo ahora, se apodera de los ciudadanos.

Y si esos temores son permanente­mente avivados por nuevos sucepor sos y repetidas informacio­nes sobre esos casos, recuperar la normalidad y tranquilid­ad (con independen­cia de si ese miedo a ser víctima de un delito está o no justificad­o) no es tarea fácil.

“La sensación de insegurida­d crece en España y hay que tomar ya cartas en el asunto. Es un tema a combatir sin más demora para garantizar la convivenci­a y la libertad”, afirma Oscar Iglesias Fernández, profesor de Sociología de la Uned. “En las sociedades democrátic­as –continúa– la seguridad es un derecho de los ciudadanos, que estos reclaman de forma permanente y efectiva a sus gobiernos”.

Todo se desmorona cuando una amplia mayoría de ciudadanos llega a la convicción –ocurre ahora, ejemplo, en ciudades como Barcelona, donde los índices de delincuenc­ia han aumentado– de que ese derecho a la seguridad que deben de garantizar las autoridade­s competente­s en el tema se ha esfumado. “Los que peor lo pasan, cuando la sensación de insegurida­d se propaga, son aquellas personas que se alteran o se dejan influencia­r por las informacio­nes de delitos cometidos en la ciudad en la que viven o visitan de forma regular”, afirma Domènec Luengo, psicólogo y especialis­ta en trastornos de ansiedad.

“Esos ciudadanos –continúa este experto– generan unas reacciones emocionalm­ente duras e intentan protegerse con unos mecanismos de defensa exagerados”.Un ejemplo de esta última reflexión sería ese cambio radical en la lista de hábitos rutinarios. “Esto pasa –considera Luengo– porque esas perso

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