La Vanguardia (1ª edición)

No hay recursos

-

Según la prensa, las elecciones generales cuestan 150 millones. En los últimos cuatro años se habrán celebrado cuatro: 600 millones. Los rectores de las universida­des públicas catalanas reclaman 900 para su funcionami­ento. No hay recursos.

Los edificios universita­rios requieren una importante inversión para su mantenimie­nto. El de la Escuela Técnica Superior de Arquitectu­ra de Barcelona (Etsab) se acabó en 1963. Cuando llueve se inunda. El aplacado de las fachadas se desprende. Así, un sinfín de anomalías.

La envejecida plantilla no va siendo reemplazad­a. En el mejor de los casos lo es por profesores asociados con misérrimos contratos: el voluntaris­mo sostiene la docencia y la investigac­ión. No hay recursos.

¿Creemos en la ecología, la sanidad y la educación? Apostemos por un futuro mejor, que siempre es ofertado en campaña electoral y nunca se cumple. Los objetivos debieran ser a medio y a largo plazo, y no con vistas a renovar un contrato de cuatro años, el de los políticos.

Para su inoperanci­a sí hay recursos. “Per on passar per aquesta vorera del carrer Estavar de Llívia?”, pregunta intrigado el suscriptor Pere Vila Molas, a la vista de esta acera tan estrecha ocupada por un banco y con una jardinera delante para rematar el despropósi­to que descubrió en el enclave de la Cerdanya.

Tome asiento, porque pasar no puede

contra unos ciudadanos que quieren votar pacíficame­nte se puede volcar la fuerza del Estado y golpearlos con la máxima violencia.

La violencia del Estado, cuando sin razón pega a sus ciudadanos, no se olvida, duele, y se duda de que sea justa, pero nunca una persona o un colectivo consciente puede reaccionar con otra forma de violencia. Se deben reclamar otras acciones más inteligent­es. Quizás lo mejor fuera que una justicia real y no politizada controlara mejor al Estado. es quizá el punto más sagrado, y un no creyente enseguida percibe que es el lugar más simbólico, y ver que no sólo Franco, sino también José Antonio Primo de Rivera esté en el mismo altar, presidiénd­olo, me hizo mucho daño a la vista. ¿En todos estos años no se podrían haber movido de sitio, sin necesidad de haberlos cambiado de recinto?

A Franco lo llevarán a otro lugar, pero Primo de Rivera seguirá presidiend­o el altar, y repito, a mí como cristiano me hace daño a la vista. Difícil época la que les tocó vivir, pero ¿se merecen estar allí? género. Curiosamen­te, la reforma que para mí tiene más trascenden­cia es la menos elaborada: un cambio de cartel. Un cartel que ya no te dice a qué baño ir según la ropa que llevas o los genitales que tienes. Un cartel que ya no coarta identidade­s que no encajan en la norma. Cambiar un trozo de papel es más que eso: es cambiar siglos de sexismo y prejuicios.

Ahora hay más cola en los lavabos, pero creo que, por un mundo más igualitari­o, la espera valdrá la pena.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain