Favorezcamos la generosidad
Existen alrededor de 140.000 fundaciones que desarrollan su actividad en Europa con el objetivo de fomentar el desarrollo en diferentes áreas de la sociedad, como son la educación, el medio ambiente, la sanidad, o la cultura. El pasado 1 de octubre tuvo lugar el día europeo de las Fundaciones. Por tal motivo se celebraba un debate en el Parlamento europeo para analizar cómo la filantropía puede apoyar a los valores europeos y cómo el sector puede asociarse con otros agentes para combatir la creciente desigualdad, crear espacios para la innovación, ayudar a superar las divisiones sociales y políticas, y conectar con las personas y sus necesidades reales.
La sociedad avanza pero en algunos aspectos sigue anclada en viejos clichés que deberíamos erradicar, como el que dona debe ser por algún motivo oscuro e inconfesable. En este sentido, deberíamos parecernos más a las sociedades anglosajonas donde la filantropía es percibida con buenos ojos. Devolver a la sociedad una parte de lo que nos ha aportado es algo que constituye un principio de actuación moderno y solidario.
En Catalunya, desde el 2003 se han doblado el número de donantes particulares. Hemos pasado de algo más de 300 mil a superar los 650 mil, lo que representa prácticamente un 20% de la población que paga sus impuestos. Las donaciones han estado muy por encima del crecimiento económico. En el periodo 2003-16, el PIB catalán creció un 41%, mientras que las donaciones, más de un 300%.
¿Deberíamos estar satisfechos? Como organización representativa del sector fundacional, los datos han de ser analizados con rigor, evitando la autocomplacencia. Y no es
P.-A. FÀBREGAS, que no estemos orgullosos, sino que la lectura más profunda nos lleva a la conclusión de que queda mucho camino por recorrer. Si es cierto que el 20% es un más que considerable porcentaje de la población que dona, concluiremos que el 80% restante no ha considerado oportuno hacerlo.
Desde su creación, la CCF reivindica medidas legales que favorezcan e incentiven el mecenazgo. No en balde, la reforma fiscal del 2014 permitió que la donación media se duplicara ya que de los primeros 150 euros tenían importantes deducciones aunque como reconocen todos los expertos a diferencia de las organizaciones, las personas no piensan solo en términos fiscales sino también emocionales a la hora de decidir sus contribuciones.
La evolución de la filantropía
Debería erradicarse el viejo cliché de que quien dona lo hace por algún motivo oscuro o inconfesable
atiende a múltiples razones. Sin embargo, las tendencias nos indican que hay un retorno a las causas de proximidad, a aquello que vemos diariamente. Las causas nacen de una necesidad que tiene la sociedad, ya sean científicas, culturales o sociales.
Soy consciente de que es una reivindicación recurrente pero debemos seguir insistiendo en que las condiciones fiscales son esenciales para el desarrollo de la filantropía en nuestro país. Ámbitos como la salud, la investigación, la educación o la cultura serían difíciles de imaginar sin la colaboración ofrecida por las fundaciones. Los indicadores nos señalan que entramos en un periodo económico incierto. Favorezcamos pues las medidas que permitan un mayor desarrollo de la filantropía. La sociedad nos lo agradecerá.