Dieta de kilómetro cero contra la crisis climática
Todos nuestros actos cotidianos son susceptibles de ser convertidos en un arma contra la crisis climática. Es de sobras conocida la diferencia entre desplazarse en transporte público o en vehículo privado, pero en la cumbre de ciudades contra la crisis climática C40 está sonando con fuerza la importancia de la alimentación. “Es uno de los activos culturales y económicos más importantes de las comunidades urbanas, debemos incidir en ello como alcaldes”, defendió ayer el alcalde de Milán, Giuseppe Sala, que otorga una doble victoria a una dieta saludable y sostenible: mejora la salud de los ciudadanos y del planeta.
Es por eso que 14 ciudades de todo el mundo, entre las que se encuentra Barcelona, sellaron en Copenhague una declaración mediante la que se comprometen a implementar políticas de alimentación sostenible que sirvan para combatir la emergencia climática en todo aquello que esté al alcance de su mano. Esto se traduce en objetivos concretos como reducir el despilfarro alimentario a la mitad en colegios y edificios públicos antes del 2030 y proyectos que requerirán una mayor concreción cuando se trasladen a cada ayuntamiento como el fomento del consumo de alimentos de base vegetal en detrimento de la carne y la promoción del producto de kilómetro cero entre la ciudadanía, adaptándose a la geografía, cultura y demografía de cada lugar. La concejal de Salut del Ayuntamiento de Barcelona, Gemma Tarafa, considera que el éxito del acuerdo radicará precisamente “en trabajar políticas ambiciosas aprovechando el interés de los barceloneses por el producto de proximidad”. Otra de las intenciones relevantes del acuerdo es hacer de la comida saludable algo accesible, que no tenga un precio prohibitivo, para así reducir indicadores como la obesidad infantil, que es del 18% en Ciutat Vella mientras que en Sarrià se queda en el 5%.
El compromiso del C40 llega sólo un día después de que Barcelona fuese escogida como capital mundial de la alimentación sostenible para el 2021, cuando acogerá la cumbre internacional del pacto de Milán, que en cierta manera es el germen de esta declaración más ambiciosa firmada ayer en Copenhague. Además de la capital catalana y Milán, se han adherido también la ciudad anfitriona, así como París, Londres, Los Ángeles, Tokio, Oslo, Estocolmo, Toronto, Seúl, Guadalajara (México) y Quezon (Filipinas). Si a las 14 ciudades firmantes se sumara el resto de grandes metrópolis globales, se podrían salvar hasta 11 millones de vidas anuales y reducir en un 60% las emisiones globales de gases de efecto invernadero, según un estudio elaborado por el grupo de ciudades organizador del evento.
Para conseguirlo será necesaria la implicación de empresas privadas, agentes sociales y los estados. Numerosos alcaldes lamentaron durante toda la jornada de ayer en la cumbre del C40 que cada vez más son ellos los que deben resolver los problemas más graves de la ciudadanía, mientras los ejecutivos centrales miran hacia otro lado. “Nosotros asumimos nuestra responsabilidad, aunque los gobiernos no hacen nada o incluso nos bloquean”, lamentó el alcalde de Boston, Marty Walsh. Varios alcaldes estadounidenses, afectados por las decisiones de Donald Trump, incluso han montado una especie de sucursal norteamericana del grupo de ciudades C40 en la que hay tanto demócratas como republicanos para hacer entender que la cuestión no va de partidos políticos, sino de defender el medio ambiente y a los vecinos de sus ciudades.
Barcelona y otras 13 ciudades globales se comprometen en la cumbre del C40 a reducir el despilfarro alimentario a la mitad
El compromiso de los alcaldes promueve una alimentación saludable y sostenible para mejorar la salud de los ciudadanos