La Vanguardia (1ª edición)

La noble ciudadana polaca

- Maciej Stasinski

Olga Tokarczuk encierra varias paradojas. Siendo autora de libros de todo menos populares, de difícil lectura, de lenguaje sencillo a la vez que fino y rico, basados en un pensamient­o incisivo y profundo y una gran erudición, vende mucho.

Pero la paradoja mayor es que se trata de una persona con arrojo y coraje en la vida pública, compromiso que en los últimos años la ha convertido en la bestia negra del régimen nacionalis­ta, de la derecha y de sus numerosos acólitos, que disparan diarias diatribas de odio y acoso en redes sociales.

Si bien no milita en política y es de temperamen­to más bien tímido, tiene vocación feminista y es defensora de los débiles. Se ha volcado en la lucha por los derechos de la mujer en contra de los intentos de restringir aún más el derecho al aborto.

Defiende a todas las minorías participan­do regularmen­te en las “marchas por la igualdad”. Hace tres años pidió que Polonia admitiera a refugiados de Siria. Respaldó las protestas de los maestros de escuela contrarios a la reforma escolar que está destruyend­o el sistema educativo polaco. Apoyó al colectivo de familias con hijos discapacit­ados a los que el gobierno negó un incremento de las ayudas. Es una locuaz defensora de la naturaleza, de la tolerancia, del pluralismo y los valores de una sociedad abierta y liberal. Y se suma con entusiasmo y preocupaci­ón a la causa de la integració­n de Polonia en la Unión Europea amenazada por la deriva nacionalis­ta del régimen. Defiende la cultura contra las intromisio­nes de un gobierno con celo ideológico censor.

“Soy patriota y esto quiere decir que quiero mi país seguro, es decir dentro de la Unión Europea. Ser patriota quiere decir respetar a los conciudada­nos, con quienes hay que sentirse solidario. El patriota busca el bien común. Quiere una cultura libre y abierta. Y un país sin complejos, donde no se excluya ni condene al Otro. Capaz de dar cobijo al refugiado”, declaraba en una entrevista.

El celo nacionalis­ta del Gobierno que falsifica la historia de Polonia le saca de quicio. Cuando hace cuatro años publicó Los libros de Jacob, premiada con el principal galardón literario nacional, dijo: “Nos inventamos una historia de Polonia como un país tolerante y abierto que no ha hecho nada malo a sus minorías ni a nadie. Pero no es verdad. Hicimos cosas horribles en tanto que colonizado­res, como una mayoría nacional que oprimía a las minorías, explotaba esclavos y mataba a judíos “.

Le llovió entonces una avalancha de los peores insultos por parte de militantes nacionalis­tas y antisemita­s. La llamaron “traidora”, “p…a judía” y “ucraniana”, una verdadera campana de odio y acoso a la que se sumaron portavoces del partido gobernante.

“Lo considero una triste confirmaci­ón de mi diagnóstic­o”, replicó en una entrevista. “Se ve que el mito de una Polonia multicultu­ral está roto, sale el odio hacia los extraños. Se reescribe la historia y se considera traidor a todo aquel que pone en duda su versión oficial”.

“El Nobel para Tokarczuk se debe a que los salones de la izquierda occidental pretenden respaldar a sus agentes polacos en su lucha contra el Gobierno nacional”, escribió ayer en Twitter un destacado publicista nacionalis­ta.

El arrojo y el coraje de Olga Tokarczuk la han convertido en la bestia negra del régimen nacionalis­ta

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