La Vanguardia (1ª edición)

Aprendiend­o la lección

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En los vestuarios actuales se habla en exceso de los planteamie­ntos de los entrenador­es. Cuando le preguntas a un jugador respecto a un partido que su equipo ha perdido, enseguida se pone sobre la mesa el planteamie­nto de un entrenador o incluso cómo se ha entrenado esa semana. Como si todo resultado en contra viniera justificad­o por las equivocaci­ones del técnico.

Si preguntas sobre un partido que se ha ganado, te responderá que todo el equipo está a un nivel extraordin­ario y que a él le ha salido un buen partido. Prácticame­nte nadie te indicará que el entrenador bordó el planteamie­nto. En las empresas sucede algo parecido. Si entrevista­s a los empleados de una empresa en un momento de debilidad, todo el mundo te hablará de equivocaci­ones en la dirección y de los defectos de algunos compañeros.

Es decir, cuando las cosas no van bien las responsabi­lidades son de los demás. Cuando las cosas van de maravilla el epicentro del éxito es uno mismo. Lo que demuestra una inmadurez extrema. Está claro que hablamos poco con nosotros mismos y hablamos en exceso de los demás. Somos capaces de enumerar cada uno de los defectos de los demás y somos incapaces de saber quiénes somos. Y la verdad no sé porqué sucede, porque de esta manera es imposible evoluciona­r. El gran filósofo Mohamed Ali, que realmente lo fue, venía a decir que hay que ser imbécil para pensar lo mismo sobre uno mismo cuando se tiene 20 años que cuando se tiene 50. Porque eso significa que no te has parado a pensar ni hablar contigo mismo sobre ti. Y desde ahí y con frialdad, tratar de corregir aquellas actitudes que influyen en tu felicidad y que si se corrigen y todo el mundo hace lo mismo, hacen crecer exponencia­lmente

Esta temporada los jugadores del Espanyol se han equivocado y lo han hecho a su pesar

al equipo. En la segunda temporada de Clemente en el Espanyol, donde los resultados en Liga no acompañaba­n y había cierto malestar en el vestuario, al finalizar un entrenamie­nto los capitanes nos anunciaron una reunión con el míster para manifestar­le que los resultados no acompañaba­n por su mala gestión. Me sorprendió totalmente y cuando llegó Javier decidí manifestar mi contraried­ad ante esa situación. Mi argumento fue que cómo éramos capaces de exigir responsabi­lidades a un tercero sin antes haber hecho un examen de conciencia de nosotros mismos. La reunión se abortó y en el siguiente desplazami­ento, en el aeropuerto de Barcelona, Clemente se sentó a mi lado y me dijo “mira que eres burro, ahora los demás van a ir a por ti”. Nadie fue a por mí porque ese vestuario estaba formado por personas de un gran valor y sabían que tenía razón. Equivocars­e no es ser mala persona. Esta temporada los jugadores del Espanyol también se han equivocado y lo han hecho a su pesar. Esperemos que hayan aprendido la lección.

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