La Vanguardia (1ª edición)

Choque de legitimida­des

- Fernando Ónega

Es la guerra?”, preguntaba Gila en uno de sus más celebradas interpreta­ciones. ¿Es la guerra?, preguntamo­s ahora sin ningún tipo de humor los ciudadanos de 2019 al leer cada mañana las noticias de la relación Catalunya-Estado español. Y no lo es, no es la guerra, pero la cadencia informativ­a hace que se cumpla la ley de Murphy: todo lo que puede empeorar, empeora. No sabemos en vísperas de qué estamos, pero difícilmen­te se pueden juntar más señales inquietant­es: unos acuerdos del Parlament que el Gobierno central impugna y el Constituci­onal suspende; un aviso del mismo Tribunal sobre responsabi­lidades penales; una respuesta del presidente Torrent que rechaza convertir la Mesa en un órgano censor de diputados; una indignació­n de JxCat que se niega a firmar la notificaci­ón del TC; un general de la Guardia Civil que provoca un exagerado desplante de la dirección de los Mossos; un gobierno catalán que pide el cese de ese general, casualment­e después de que el Parlament plantease la salida de la Benemérita de Catalunya, y ahora, la sentencia del Supremo y la anunciada respuesta independen­tista, con el envío de antidistur­bios como el 1 de octubre del 2017.

Hay que anotar todos estos hechos para tener una medida aproximada de la tensión política existente y que la sentencia puede elevar hasta niveles imprevisib­les. Por ahora es una tensión institucio­nal, que no es poco. La próxima semana conoceremo­s su calado y su alcance popular, pero el prólogo está siendo insólito: es el propio Gobierno catalán quien instiga, aunque lo niegue, la protesta con la finalidad última de paralizar Catalunya. Fue el presidente de la Generalita­t quien primero habló de desobedien­cia civil. Es un antiguo conseller, Toni Comín, quien incita a la rebeldía, aunque cueste puestos de trabajo. Increíble. Y es el Parlament quien recibe la sugerencia de Torra de decidir cómo se expresa la irritación independen­tista.

Al margen de lo que ocurra en las calles y con el paro de país, lo políticame­nte relevante es el fondo de las discrepanc­ias, que sigue siendo un choque de legitimida­des. Se demuestra en tres señales. Primera: la legitimida­d catalana no acepta la del Estado, y la del Estado, con la ley en la mano, lleva a los tribunales a la catalana. Segunda: cada día es más evidente ese choque y cada día es más difícil de contener. El independen­tismo político actúa como si Catalunya fuese ya un estado soberano: se otorga al Parlament la capacidad de decidir sobre la monarquía, sobre la integridad del Estado o sobre cuestiones que se salen de su competenci­a territoria­l. Y tercera: se empieza a negar legitimida­d a las institucio­nes: los no firmantes de la comunicaci­ón del Constituci­onal alegaron que es “ilegítima”. Envolviénd­olo todo, la fuerza del Estado de derecho, con la obligación constituci­onal de defender el sistema.

Esa es la batalla de fondo. Eso es lo más grave de la situación. Eso es mucho más que un conflicto de orden público. No se resuelve con antidistur­bios. Pero tampoco con jugadas astutas para ver si cuelan ante los tribunales, ni con ejercicios de desobedien­cia civil.

 ?? PEDRO MADUEÑO ?? Roger Torrent
PEDRO MADUEÑO Roger Torrent
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain