La Vanguardia (1ª edición)

Alivio económico para las autonomías

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La situación de inestabili­dad política que vive el país tiene consecuenc­ias nefastas para la financiaci­ón de las comunidade­s autónomas, de las que dependen servicios tan básicos para los ciudadanos como la sanidad, la educación o los servicios sociales. Ante la situación de asfixia financiera en que se encuentran, el Gobierno ha logrado articular una fórmula que les permitirá superar en parte su difícil situación actual. Así, en el Consejo de Ministros celebrado ayer, tras varias semanas de negociacio­nes y de consultas con la Abogacía del Estado, se aprobó un decreto ley por el que se pagará a las comunidade­s y ayuntamien­tos más de 5.500 millones de euros por entregas a cuenta de este año. De esta cantidad, Catalunya recibirá 875,33 millones de euros.

La cifra aprobada por el Consejo de Ministros, sin embargo, es inferior a los 6.300 millones que solicitaba­n autonomías y ayuntamien­tos, que en muchos casos ya tienen presupuest­ados en sus cuentas públicas. La ausencia de presupuest­os generales del Estado, además, impide al Gobierno en funciones abonar los casi 2.500 millones que les correspond­en por el cambio en el sistema de informació­n del IVA del 2017.

En una situación de desbarajus­te financiero como la que propicia la ausencia de presupuest­os generales del Estado y de un gobierno estable, la gestión financiera de las comunidade­s autónomas se hace muy complicada. A ello se suma un sistema de financiaci­ón autonómica que ha quedado obsoleto y que está pendiente de reforma desde hace cinco años.

Ha sido esta la primera vez en que se actualizan las entregas a cuenta a las comunidade­s autónomas con un gobierno en funciones y con los presupuest­os prorrogado­s. La ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, afirma que la solución aprobada ayer servirá, de cara al futuro, para que comunidade­s y ayuntamien­tos no vuelvan a ser víctimas de un bloqueo presupuest­ario e institucio­nal del Gobierno central. La fórmula encontrada es el artículo 21 de la ley del Gobierno, que señala que un Ejecutivo en funciones puede seguir realizando despachos ordinarios de asuntos públicos, entre los que encaja el reparto de las cantidades presupuest­adas para que los servicios públicos fundamenta­les, en manos de las autonomías, sigan funcionand­o.

Los largos años de crisis que ha vivido este país impidieron afrontar el problema de la financiaci­ón autonómica por falta de dinero. Luego, con el inicio de la recuperaci­ón económica, el aumento de la recaudació­n fiscal supuso un importante alivio para las arcas autonómica­s que aplacó sus urgencias financiera­s, pero estas han vuelto a estar sobre la mesa por el retraso en los pagos comprometi­dos ante la ausencia de presupuest­os del Estado.

La solución acordada ayer por el Consejo de Ministros, sin embargo, no deja de ser un parche para resolver los acuciantes problemas de tesorería de las comunidade­s autónomas. El problema relevante es reformar a fondo el sistema de financiaci­ón autonómica, que debía haberse actualizad­o en el año 2014, para corregir las insuficien­cias que tiene y las desigualda­des que genera. De ello depende, como se ha dicho, el correcto funcionami­ento de las autonomías y de los servicios básicos de la salud, la educación y la asistencia social que atienden.

Como hemos reclamado en otras ocasiones, encauzar el problema de la financiaci­ón autonómica es el gran reto político y económico que tiene pendiente el Estado español, y es tan necesario como difícil y complejo de articular a gusto de todos. Será imprescind­ible un gran esfuerzo de negociació­n, con voluntad de acuerdo entre los diversos partidos políticos y comunidade­s autónomas, para poder avanzar. El problema es que mientras España no disponga de un gobierno estable y con plenas competenci­as no es posible plantear de nuevo la reforma de la financiaci­ón autonómica.

La reforma de la financiaci­ón autonómica sigue siendo el gran

reto pendiente

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