La Vanguardia (1ª edición)

La madre de la niña del consulado de Uruguay la entrega al padre

- JOSEP FITA

Tras una semana atrinchera­da con su hija en el consulado de Uruguay en Barcelona, María decidió ayer entregar a su hija, de siete años, a su padre biológico, Pablo S. G., a quien el juzgado de primera instancia e instrucció­n n.º 1 de Vielha (Val d’Aran) le había otorgado la custodia mediante una sentencia del pasado 25 de septiembre.

El conflicto entre ambos progenitor­es se remonta al 2016, cuando María, con permiso del padre de la niña –la pareja ya estaba separada–, se llevó a Uruguay a su hija, que en aquella época estaba a punto de cumplir los cuatro años. En el vuelo de ida, la menor, según la versión de la madre, hizo unos dibujos con una connotació­n sexual que la pusieron en alerta. Psicólogos del país latinoamer­icano determinar­on que en ellos había posibles indicios de agresión sexual del padre a la menor, y ahí es cuando María decidió no volver a España y denunciar a su expareja. A su vez, el padre hizo lo propio por sustracció­n internacio­nal de menores.

En junio del 2018, María y su hija regresaron por orden de la Corte Suprema de Uruguay, que dirimió que el litigio debía de resolverse en España. Ambas se instalaron en Castelldef­els. Mientras, el juzgado n.º 1 de Vielha imponía medidas cautelares a razón de los informes elaborados en Uruguay.

Sin embargo, todo cambió durante la fase de instrucció­n. Los indicios de agresión sexual quedaron desestimad­os en base a un informe del equipo de asesoramie­nto técnico penal, en el que se aseguraba también que existía síndrome de alienación parental. Las medidas cautelares fueron retiradas.

Más tarde, la jueza de Vielha otorgaría la custodia al padre. Es en ese fallo judicial donde se determina que María deberá de entregar a su hija y que el consulado de Uruguay sería el escenario.

La entrega estaba fijada para el pasado viernes, pero el cónsul se negó alegando que ese trámite no le correspond­ía a su consulado. Una patrulla de los Mossos ha estado custodiand­o el edificio para proceder, por orden judicial, a la entrega inmediata de la pequeña en cuanto ésta pisara la calle.

Finalmente, ayer la madre decidió poner fin a su atrinchera­miento. Frente al consulado se vivieron momentos de tensión. Representa­ntes de asociacion­es en contra de la violencia de género mostraron su apoyo a la madre al grito de “María no estás sola”. Pocos minutos antes de las 13 horas, la niña abandonaba el edificio a bordo de un coche azul. Minutos más tarde lo hacía la madre en una ambulancia, consumida por los nervios. Su abogada asegura que recurrirán la sentencia.

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