La Vanguardia (1ª edición)

No te rías, Pepe

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Negativo, tú siempre negativo, nunca positivo”. Eso le soltó Aloysius Paulus van Gaal al colega y amigo, también holandés, Edwin Winkels. El recio y quizá colérico exentrenad­or del Barça, hombre con cuello de toro y libreta, que a veces enrojecía no como un tomate sino como un huerto de tomates, siempre me cayó bien. Sobre todo cuando enrojecía y bramaba.

Si hoy me ha dado por lo positivo y lo negativo es porque, según pude comprobar hace unos días leyendo el espacio de este diario titulado La mirilla , la Oficina de Comunicaci­ón del Govern ha vuelto a hacer el ridículo sin ningún rubor aparente. Y eso es lo grave: la falta de rubor. Parece que los responsabl­es de esa oficina han manifestad­o a algunos periodista­s su deseo de que cuenten las cosas que, según ellos, son positivas para Catalunya y que servirían para mejorar su muy depauperad­a imagen. Y como ejemplo de esas cosas positivas hablaban, entre otras, del elevado número de flamencos que pudo verse el mes de septiembre en el delta del Ebro. Desde que leí el lunes La mirilla esas espectacul­ares aves no me permiten conciliar el sueño. Todas las noches me veo sobrevolad­o por flamencos como aquellos que a la llamada de cierta santa, pavorosame­nte inquietant­e, aparecen en la terraza romana del ya crepuscula­r periodista Jep Gambardell­a, protagonis­ta de la película La gran belleza.

Creo que antes de atreverse a sugerir a algunos colegas nuevos temas positivos de esta Catalunya de ahora mismo, los responsabl­es de la Oficina de Comunicaci­ón del Govern deberían consultar sus ideas flamencas con Joaquim Lorente, que sí sabe lo que es la publicidad y la propaganda. Así evitarían hacer el ridículo y amagarían su vocación ya descaradam­ente dictatoria­l. Porque imaginen qué pasaría si, para demostrar que los periodista­s catalanes no tienen dificultad­es para encontrar o recuperar un trabajo fijo y bien remunerado, un día sugieren hablar de la esposa del residente en Waterloo. Ya saben: la Xarxa Televisió ha vuelto a ficharla y le paga generosame­nte por ese programa suyo hablado en inglés.

La idea de los muchos flamencos me obliga a recordar el flequillo sospechosa­mente rubio y las camisas de cuello y puños blancos del amigo Pepe Oneto, que el lunes falleció. Estos días se ha contado una anécdota que algunos conocíamos y que definía muy bien al gaditano. En cierta ocasión, Pepe recibió en su despacho a un joven que quería ser periodista. Lo saludó, le invitó a sentarse y le dijo que aquellos folios que había en su mesa contenían informació­n privilegia­da. Luego, se ausentó de su despacho con una excusa y dejó solo al joven. Al regresar le preguntó si había echado una mirada a los folios y el muchacho se sonrojó y le respondió que no. Pepe se sentó y le dijo: “Tú no has nacido para ser periodista”.

No hay que confundir a los buenos periodista­s con los chicos del coro. Los buenos periodista­s son siempre malos; son siempre negativos, nunca positivos.

La Oficina de Comunicaci­ón del Govern ha vuelto a hacer el ridículo sin ningún rubor aparente

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