La Vanguardia (1ª edición)

Nuevas ideas para otoño en Via Veneto

La nueva carta de Via Veneto respira el estilo inconfundi­ble de la casa pero incorpora el sello de su talentoso nuevo chef, David Andrés, dispuesto a renovar sin estridenci­as

- CRISTINA JOLONCH

Todo chef que pasa a gobernar la cocina de Via Veneto sabe que su aportación será un eslabón más en la historia de un clásico de la gastronomí­a barcelones­a. Y David Andrés, que llegó hace unos meses con un currículum notable (jefe del triestrell­ado Abac, tres veces finalista del Mejor Cocinero Joven del Mundo y copropieta­rio del Somiatruit­es de Igualada) lo tenía clarísimo.

Probar los primeros platos que llevan su sello en el menú de otoño pocos días antes de que se estrenen para los clientes me reafirma en la certeza de que la familia Monje acertó con su fichaje: en las elaboracio­nes asoma el ingenio de un cocinero respetuoso y consciente de dónde está y de lo que se espera de él pero que no renuncia a la creativida­d y al estilo propio adaptado a una clientela muy fiel a Via Veneto. “Queremos ser una plataforma de talento”, recuerda Pere Monje, quien sabe que lo importante es encontrar ese equilibrio justo entre irse poniendo al día reivindica­ndo la tradición y la alta cocina y mantener esos clásicos que muchos clientes buscan en una casa en la que cada día, al margen de la carta, se hacen platos a medida. Que no tema Monje, prudencia personific­ada, porque Andrés es la persona: después de un tiempo sin platos nuevos el otoño llega renovado pero sin alterar el orden: siguen ahí, intocables, el pato a a la presse, la crêpe suzette, la naranja pelada de una pieza. Siguen ahí el excelente jefe de sala, Javier Oliveira, sin duda uno de los mejores de la ciudad, y el sumiller José Martínez, quien sabe mejor que nadie que hay pocas bodegas con las joyas que él custodia.

En el primer bocado, un sabroso brioche de allipebre de anguila que recuerda al que preparó la primera vez que estuvo a punto de proclamars­e Mejor Cocinero Joven del Mundo, está el guiño de un chef de los que dejará huella. Sigue el tartar de cigalas y ostras con ensalada Waldorf, el empedrat de bacalao con un delicado aliño (“el respeto a

En el primer bocado, el brioche de anguila, asoma el primer guiño de un chef que dejará huella en la casa

la tradición es uno de nuestros sellos”, recuerda Monje); las sepionetas en dos salsas (“el producto de máxima calidad es otra de esas patas sobre las que se sostenta la casa”, prosigue Monje). Clasicismo en el lenguado de costa con curcubitas y salsa normanda de ostras. Y dos elaboracio­nes servidas en sendas secuencias que Andrés convierte en platazos: tanto el bogavante –la cola anacarada con infusión de algas y limón y la cabeza en salsa Thermidor– como la cocquelett­e con tomates secos –la pechuga con salsa suprema de rustido y guiso tradiciona­l y las patas con crestas de gallo–. Obligatori­o probar el flan.

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LLIBERT TEIXIDÓ El chef David Andrés con el equipo de cocina del restaurant­e
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En el menú
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Forman parte del nuevo menú de otoño el bogavante en dos servicios –la cabeza con salsa Thermidor y la cola anacarada con infusión de algas y limón–, el empedrat de bacalao y el flan con frutos rojos y nata, un postre en el que usa los ingredient­es tradiciona­les invirtiend­o las proporcion­es

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