La Vanguardia (1ª edición)

Dos mujeres y un mismo objetivo

La neoyorquin­a Hispanic Society reconoce la filantropí­a desde la cultura hispana

- FRANCESC PEIRÓN

La sala de la recepción –la del cóctel previo a la cena– se halla casi desierta. Demasiado pronto. Está el guitarrist­a, que toca por ahora para nadie, salvó los camareros que esperan a los invitados.

La Loba Mexicana (Elisa) y la Loba Mezcalera (Camila), que así se identifica­n, aprovechan para avanzar en la elaboració­n del denominado Juan to Juan (mezcal y licor de chile ancho), que es el combinado de bienvenida. “Entra suavecito”, dice Camila.

Este es el prolegómen­o de la gala anual de la Hispanic Society Museum & Library, que se celebró el jueves por la noche en el no menos histórico Metropolit­an Club de la Quinta Avenida de Manhattan, frente a la zona sureste de Central Park.

En esta ocasión, las distinguid­as con la medalla Sorolla –el pintor valenciano que simboliza la pasión por lo hispano del fundador de la Hispanic (1904), Archer M. Huntington– son Beatrice Santo Domingo, diseñadora y filántropa colombiana, y la Fundación March, representa­da por Catalina March, biznieta de Juan March, el banquero mallorquín que creó esa institució­n en 1955.

El guitarrist­a sigue a lo suyo cuando, como sucede cada año, irrumpe la colorida presencia de Agatha Ruiz de la Prada, esta vez de aspecto rígido por una especie de miriñaque de estilo gótico. –Siempre tan puntual.

–Yo sola no podía ponerme el vestido. Le he tenido que pedir ayuda a una amiga y ella tenía que ir a otro sitio.

Suena a excusa porque ella, edición tras edición, aparece como la invitada madrugador­a. Y a su vez, da la impresión de que exista un código secreto. Una vez que irrumpe De la Prada, empieza el desfile de personalid­ades de la sociedad hispanoame­ricana.

Mitchell Codding, director de la Hispanic Society, no pierde la sonrisa pese a que se retrasa el fin de las obras de reforma de la sede, al oeste de la calle 155 de Manhattan. Han tenido que sustituir a los arquitecto­s (jubilados) y los nuevos quieren revisar el proyecto. Coddign ve el lado positivo: la sala Sorolla, el blasón de la entidad, se ha reabierto tempoextra­njero– ralmente y prosigue la itineranci­a por ciudades de Estados Unidos de “los tesoros” de la institució­n.

Casi en paralelo accede Marisa Falcó, esposa del editor de La Vanguardia, Javier Godó, conde de Godó, uno de los que atesoran la distinción de esta institució­n. Ahí llega ahora Phillipe de Montebello, que fue director del Metropolit­an Museum desde 1977 hasta el 2008 y que hoy es el presidente de la junta de la Hispanic.

Aquella sala vacía se ha llenado de lentejuela­s y de trajeados con esmoquin.

“Desde 1955, cuando se inauguró hasta ahora, su trayectori­a ha sido ir rellenando los huecos en el desarrollo de la cultura en España”, destaca Catalina March sobre la fundación que propulsó su bisabuelo. Recuerda que esta fundación empezó otorgando becas –enviaba gente a investigar al y, una vez que tuvo su sede en Madrid, desde 1975, desarrolló su programa cultural.

“Tiene el vínculo con la Hispanic porque ha promovido la cultura tanto española fuera de España como la de fuera dentro de España en una época en que no había otras institucio­nes que lo hicieran”, remarca orgullosa.

Tocan la campana de fin del cóctel para que los comensales bajen al comedor, y los fotógrafos oficiales siguen esperando a Beatrice Santo Domingo. Pasó discreta por delante de ellos. “¡Este premio no es para mí!, exclama. “Esto es para nuestra “escuela de artes y oficios que hace un gran trabajo”, matiza. Su organizaci­ón en Bogotá promueve la labor de los oficios artesanale­s, de carpintero­s a orfebres. Ya van más de 20.000 estudiante­s que han encontrado un destino.

El guitarrist­a dejó de tocar.

Las medallas Sorolla recaen en la creadora de una escuela de oficios y en la Fundación March

“Después, durante la película, que era de acción, Kennedy se encorvaba en su asiento y se estremecía cada vez que escuchaba un disparo”, explica la artista en el libro. Tras esa velada, Simon escribió a Onassis una larga disculpa por haberle preguntado sobre la película de Oliver Stone. Su amiga le quitó importanci­a pero le reconoció que seguía muy afectada por las imágenes y los sonidos del día en el que su marido fue asesinado en Dallas por un disparo cuando se desplazaba­n en coche descubiert­o, en 1963.

Sobre el armador Aristótele­s Onassis, explica que Jackie “sabía que casarse con él era una elección de chica mala. En cierto modo, nunca supe si ella estaba defendiend­o su propia decisión o si realmente lo amaba”. La ex primera dama le confesó a su amiga que Onassis era “muy sexy”, que le cantaba en su yate y la llevaba a lugares increíbles para hacer el amor.

 ?? GONZALO MARROQUIN / GETTY ?? En el Metropolit­an Club.
GONZALO MARROQUIN / GETTY En el Metropolit­an Club.
 ?? THE HISPANIC MUSEUM AND LIBRARY ?? Domingo recibe el galardón de manos de Phillipe de Montebello. Abajo, Marisa Falcó, condesa de Godó
THE HISPANIC MUSEUM AND LIBRARY Domingo recibe el galardón de manos de Phillipe de Montebello. Abajo, Marisa Falcó, condesa de Godó
 ?? THE HISPANIC MUSEUM AND LIBRARY ?? A la izquierda, Catalina March, Leonor March y Mercedes Vilardell. Al lado, Beatrice Santo
THE HISPANIC MUSEUM AND LIBRARY A la izquierda, Catalina March, Leonor March y Mercedes Vilardell. Al lado, Beatrice Santo
 ??  ?? Nueva York. Correspons­al
Nueva York. Correspons­al

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain