La Vanguardia (1ª edición)

El nuevo campeón ‘olímpico’ de la peluquería

SE LLEVA

- Margarita Puig

Cuando hace seis décadas aterrizó en el salón de las hermanas Rosi y Mari Carita en París (de las que luego, mucho después, se supo que no eran hermanas sino pareja), Raffel Pagés trató casi a diario con Cocó Chanel, Catherine Deneuve, Farah Diba y Brigitte Bardot. Pero ni siquiera era mayor de edad. Era un recién llegado en la capital francesa y solo estaba ahí para “mirar y aprender el oficio”, así que sólo pudo peinar una vez a Claudia Cardinale. Se lo tomó muy en serio y la verdad es que aprendió y mucho. En su opinión casi todo lo que hoy, a sus 77 años, le ha convertido en un referente indiscutib­le del sector y, desde el lunes pasado, en el mejor estilista del mundo.

A pesar de estar más que acostumbra­do a todo tipo de premios (copan hasta el más mínimo rincón de sus oficinas en la zona alta de Barcelona), esta última nominación le ha sorprendid­o. “Es que es ni más ni menos que el Legend Award, un reconocimi­ento que las autoridade­s mundiales de la peluquería otorgan cada cuatro años. De verdad que es inaudito. Es increíble”, resume. Reconoce, además, que estuvo de suerte porque la gala, que se celebró con toda pompa, cayó en lunes. “Y ese es uno de los pocos días que, desde hace un año que debo someterme a diálisis día sí día no, puedo hacer planes y viajar si es cerquita”, añade.

Raffel Pagés ahora está infinitame­nte agradecido por cómo han rodado las cosas. Pero no olvida que él iba para cirujano y que su padre se lo impidió. Quería que siguiera con la profesión (y el centro todavía hoy abierto de la calle Muntaner) y le montó una peluquería propia justo cuando iba a comenzar la universida­d. “Pero no habían pasado ni tres meses y mi éxito llegó a oídas de Rosi Carita, que me envió una invitación para ir un tiempo a su salón”, recuerda.

Su paso por París (adonde ya no ha dejado nunca de volver porque la considera su ciudad de adopción) y su recuerdo a Carita han inspirado el peinado escultural con que ha merecido su último premio. El gal dón olímpico que recogió el lunes en Londres. Se trata de una creación complicada hasta lo indecible realizada ¡en papel! que fascinó a los expertos de todo el mundo y que justifica aún más que su nombre figure ya para siempre entre los grandes del sector. Como Antonie Cierplikow­ski (el responsabl­e de los peinados icónicos del cine en blanco y negro), Alexandre o Jean Marc Maniatis. Y, claro, el de Carita, que ya sin las “hermanas” sigue conservand­o su enorme fama en París. Y todo un edificio en la Rue Saint-Honoré, junto a Chanel.

Pero Pagés sigue defendiend­o lo de siempre. Dice que peina almas y no melenas y lamenta que la gente haya vulgarizad­o sus estilismos. Por ello no deja de trabajar en la historia de este mundo que le tiene atrapado: Es el autor de 100 años de peluquería (un tratado exhaustivo que se estudia en algunas clases de la universida­d de historia), da nombre a cien salones y tiene el mejor museo especializ­ado del mundo.

Atesora 14.000 objetos entre los que destaca uno de los 7 mechones auténticos de María Antonieta (su peluquero y segurament­e amante, Leonard, le cortó la melena cuando se quedó embarazada) que consiguió en una subasta de Sotheby’s. Pero también tiene de Elvis Presley y de Marilyn Monroe, además de peines ancestrale­s de los incas.

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Pagés, que consiguió el lunes en Londres el premio a toda su carrera, presentó esta creación escultural realizada con papel
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Premio único

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