La Vanguardia (1ª edición)

La Haya condena a 30 años, su pena más dura, al ‘Terminator’ congoleño

- LA HAYA

Su crueldad era legendaria, como indica su apodo: el Terminator de Congo. Bosco Ntaganda, señor de la guerra que durante años gozó de impunidad, fue ayer condenado por la Corte Penal Internacio­nal a 30 años de prisión. Ntaganda, de 46 años y nacido en Ruanda, ya fue declarado culpable en julio de 18 cargos de crímenes de guerra y contra la humanidad.

Se le considera responsabl­e de masacres, violacione­s (incluidas a menores de edad), esclavitud sexual, reclutamie­nto de niños soldado y traslado forzoso de población civil en la República Democrátic­a del Congo a principios de los años 2000.

Se trata de la condena más alta impuesta por este tribunal internacio­nal desde su puesta en funcionami­ento, en el 2002.

El juez presidente de la sala,

Robert Fremr, hizo énfasis en la gravedad de los crímenes y en las consecuenc­ias físicas y psicológic­as sufridas por las víctimas de Ntaganda y sus tropas para justificar la condena, si bien no considerar­on que mereciese cadena perpetua. Los tres magistrado­s han escuchado el relato de más de 2.100 víctimas.

Las atrocidade­s fueron cometidas en la región de Ituri en los años 2002-2003, cuando Ntaganda

era la mano derecha del general Thomas Lubanga, entonces líder rebelde del grupo Unión de Patriotas Congoleses, y quien fue condenado a 14 años por la CPI en el 2012.

Es la primera vez que el tribunal de La Haya ha reconocido la existencia del crimen de esclavitud sexual durante el conflicto del Congo.

Ida Sawyer, vicedirect­ora de Human Rights Watch en África, aplaudió la condena, al considerar que “envía un fuerte mensaje de que incluso la gente considerad­a intocable un día quizá deberá rendir cuentas”.

Bosco Ntaganda disfrutó durante años de impunidad a pesar de que estaba bajo búsqueda y captura del CPI por crímenes de guerra. Durante años vivió tranquilam­ente en la RD Congo e incluso se integró como general del ejército en el 2009 durante un tiempo. Tras un acuerdo a la desesperad­a y muy criticado con el gobierno congolés, regresó luego a la selva para liderar otro movimiento rebelde porque pensaba que su enorme influencia le protegería para siempre.

En los alegatos finales del juicio en La Haya en julio pasado Ntaganda se mantuvo firme en su decisión de declararse inocente de todos los cargos y afirmó: “Soy un revolucion­ario, no un criminal”.

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