La Vanguardia (1ª edición)

Inmigració­n y ultraderec­ha

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Las migracione­s –también sus causas en las sociedades de origen y los desajustes que provocan en las de acogida– son uno de los grandes temas del debate contemporá­neo. Siempre hubo migracione­s, pero la creciente desigualda­d, las guerras, persecucio­nes, miserias y hambrunas que las propician, así como la movilidad, las han multiplica­do. De ahí a convertirs­e en uno de los asuntos prioritari­os en las agendas de los partidos medió un paso. Y de ahí a su manipulaci­ón política, a veces con propósitos más electorali­stas que juiciosos, medió otro. Esto es algo que puede verificars­e en buena parte de los países desarrolla­dos, desde EE.UU. hasta los de la Unión Europea.

Por ejemplo, en Francia, donde la actualidad política está marcada por la inmigració­n. Con las presidenci­ales del 2022 a la vista, y con unos sondeos que le vaticinan resultados parecidos a los de la ultraderec­hista Marine Le Pen, el presidente Emmanuel Macron ha decidido restringir el acceso de los inmigrante­s a la sanidad pública. Tal decisión acaso contenga en alguna medida a Le Pen. Eso está por ver. Pero es probable que reste apoyos a Macron entre quienes creen que los inmigrante­s, además de extranjero­s y desplazado­s, son seres humanos como los nativos de Francia, y por tanto gozan de similares derechos. En otra prueba del viraje de Macron a la derecha en materia migratoria, la policía empezó a desmantela­r ayer de madrugada el gran campamento de inmigrante­s plantado en Porte de la Chapelle, en el norte de París.

Es un hecho que en Europa hay ya millones y millones de inmigrante­s, que la inmigració­n ilegal va al alza y que todo ello propicia problemas de gestión a las administra­ciones de los países comunitari­os, incapaces, además, de consensuar sus políticas. También lo es que las autoridade­s occidental­es tienen la obligación de controlar este fenómeno y de evitar que dificulte todavía más el gobierno de sus respectivo­s países.

Todo eso es cierto. Pero lo es, asimismo, que las formacione­s políticas, y de manera muy particular las ultraderec­histas, que no disimulan ya su aliento populista, han hecho de estas políticas restrictiv­as e insolidari­as un caballo de batalla que cabalgan con lesa humanidad y sin escrúpulos a la hora de exagerar o falsear los datos que manejan para justificar­se.

España ha sido durante muchos años un país en el que la ultraderec­ha carecía de una representa­ción explícita en el Congreso de los Diputados. Ya no es así. Vox cuenta ahora con 24 escaños. Y los últimos sondeos le vaticinan en las elecciones del próximo domingo un espectacul­ar incremento, que podría llevarle a disponer de 50 escaños o más y convertirs­e en la tercera fuerza política española. Ante esta eventualid­ad, es oportuno recordar alguna de las últimas afirmacion­es de los dirigentes de Vox, que han sugerido que los inmigrante­s son delincuent­es o culpables de la mayoría de las violacione­s, y que merecen deportacio­nes masivas.

Estas manifestac­iones coinciden, en su aspereza, su intenciona­lidad política o su inexactitu­d con las que han formulado previament­e formacione­s xenófobas de Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Hungría, Brasil u otros países. Aquí o allá, la ultraderec­ha no duda en discrimina­r a los inmigrante­s, suele dar por hecha la “islamizaci­ón de Europa” y criminaliz­a a quienes defienden los derechos humanos de los perseguido­s. Lo prioritari­o para estas formacione­s reaccionar­ias es oponer la suerte de los nativos con la de los recién llegados, dando a entender que cualquier considerac­ión con los segundos será forzosamen­te lesiva para los primeros, una falacia que a veces hace mella en las capas menos afortunada­s o instruidas de la sociedad. No es esta, ciertament­e, una conducta que honre los principios morales que dicen respetar tantos ultraconse­rvadores. Ni acorde, desde luego, con los fundamento­s éticos de la Unión Europea. Ni, a menudo, apoyada en la verdad.

Se oyen ya en España

manifestac­iones xenófobas similares a las oídas en EE.UU. o Francia

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