Historiador de la Guerra Civil
DGABRIEL JACKSON (1921-2019) Historiador
urante mes de diez años el Ministerio de Información y Turismo franquista publicó un Boletín de Información Bibliográfica cuya circulación era restringida. Uno de sus objetivos era defender la versión de Estado del pasado reciente para contrarrestar el impacto creciente de las investigaciones pioneras de grandes hispanistas extranjeros. En el boletín no se les olvidó ni uno de los libros que Gabriel Jackson publicó durante aquella etapa y en una larga nota definieron al profesor norteamericano “como exponente de la máxima propaganda antinacional”.
En 1974 Jackon se plantó. Escribió a la redacción del boletín, denunció que sus libros no podían distribuirse legalmente en España y afirmó que “los historiadores del régimen llevan treinta y cinco años hipnotizados con la versión de la guerra dada por los vencedores”. Su obra académica, que tenía como pilar The Spanish Republic and the Civil War (publicada en 1965 por la editorial de Princeton), ayudó a acabar con aquella hipnosis de la que algunos todavía no han despertado.
Nacido el año 1921 en Mount Vernon –localidad del estado de Nueva York-, Jackson pertenecía a una familia políticamente progresista y recordaba que cuando era adolescente había escuchado en casa conversaciones sobre la guerra civil española. Hizo estudios de historia y de literatura en las universidades de Harvard y Standford y, gracias al programa de intercambio Fullbright, amplió estudios en Europa. En 1952 estaba en Toulouse. Allí, aparte de conocer a algunos exiliados republicanos, se doctoró con una tesis sobre Joaquín Costa y, a través del regeneracionismo, empezó a investigar sobre las dificultades de consolidación de la democracia en España. Al poco hizo una estancia en Barcelona. Lo acogió Jaume Vicens Vives, que publicó parte de la tesis en su revista Estudios de Historia Moderna ,y
cuando volvió a Estados Unidos a sus estudiantes les haría leer las síntesis de historia de Vicens. Pero su incorporación a la universidad americana, en el contexto de la caza de brujas, no le fue nada fácil y para huir de las listas negras, en un momento en el cual la contratación en los departamentos estaba condicionada por el clima de histeria anticomunista, tuvo que mentir sobre su filiación ideológica. Cuando el historiador Arthur Schlesinger trabajaba en el ala oeste de la Casa Blanca escribiendo discursos para J.F. Kennedy, Jackson le pidió que hiciera saber al presidente su opinión contraria a los acuerdos militares entre España y Estados Unidos.
Durante el primer lustro de la década de los sesenta, sincronizado con otros grandes historiadores de la Guerra Civil –los clásicos Thomas, Southworth, Payne–, redacta en inglés su obra de referencia. El libro seminal de su trayectoria ganó el premio anual de la American Historical Association y en castellano no se pudo publicar hasta 1976, cuando lo editó Crítica, que sería su casa. Del aprendizaje profesional y la experiencia personal de escribirlo le salió otro ensayo en 1969: Historian’s quest. Por entonces Jackson ya era profesor de historia en la Universidad de California
en San Diego y, consolidado en aquella plaza, no tardaría en escribir una nueva monografía sobre la Edad Media española. Durante la transición decidió que se instalaría en España cuando se jubilara. En 1983 llegó a Barcelona. Y aquí vivió durante un cuarto de siglo. Antes de volver a su país, el melómano Jackson publicó un libro sobre el político republicano que más admiraba y al que consideraba, como Preston, el más maltratado por la historiografía: el socialista Juan Negrín. En el 2010, tras contactar con Josep Fontana, donó parte de la biblioteca particular de su piso en el Putxet a la Universitat Pompeu Fabra.