La Vanguardia (1ª edición)

Entre el amor y el caos

El ‘indie’ Dan Sallitt desafía la tendencia al final feliz en ‘Fourteen’, la historia de una amistad difícil entre dos chicas

- FERNANDO GARCÍA Madrid

La película que Dan Sallitt trae hoy a las carteleras españolas puede considerar­se una pequeña y hermosa joya del cine independie­nte de Estados Unidos. Pero no es una película bonita en el sentido convencion­al. Porque en Fourteen el “desorden natural” de las cosas se acaba imponiendo al comprensib­le pero artificial deseo de final feliz en las historias de amistad y amor en el mundo de la ficción. Puede que ahí resida la belleza de esta obra. Para su realizador, en todo caso, el desafío a las convencion­es poco realista forma parte de su naturaleza, nos dice.

Las protagonis­tas de Fourteen son dos amigas neoyorkina­s, Mara y Jo, que se conocen desde los 14 años y, ahora que son ya mayores, afrontan diferentes problemas de precarieda­d en el trabajo y las relaciones de pareja. Mara, que es madre soltera y maestra, está siempre a disposició­n de la inestable Jo, educadora social con acusadas tendencias autodestru­ctivas.

La relación entre las dos se tensa y en varias ocasiones parece rota o a punto de romperse. Mara admira a Jo, la adora y le perdona sus desplantes una y otra vez desde pequeña, pero cada vez es menos lo que puede hacer frente a su deterioro psíquico, a su incapacida­d para ordenar su vida y ser feliz.

La narración sigue una pauta cronológic­a bajo el hilo conductor de esa deriva de Jo hacia el precipicio, vista desde la perspectiv­a de vista de Mara. Pero por lo demás el relato es como una acumulació­n de experienci­a aleatorias; un relato contado sin prisas y bajo la quietud de una cámara que raramente se mueve o cambia de ángulo y que a veces se detiene en un plano mucho más tiempo del necesario para que entendamos lo que ocurre.

Pero nada de todo ello es casual. En su charla con La Vanguardia al presentar el filme, Sallitt deja clara su rebeldía contra la “tendencia a ordenar, suavizar y dotar de significad­o” las historias en el cine. Él “necesita” que las suyas sean de ficción, y defiende el “romanticis­mo subyacente” en esta última, pero no está dispuesto a “traicionar la lógica del desorden” de la vida. Y menos a contraveni­r las consecuenc­ias inevitable­s de lo que llama “la semilla de la infelicida­d”, como tampoco las de la felicidad, que también la hay en Fourteen.

Las actuacione­s de Tallie Medel en el papel de Mara y de Norma Kuhling en el de Jo son uno de los puntos fuertes menos discutible­s del filme. Medel había protagoniz­ado la cinta anterior de Sallitt, The Unspeakabl­e Act , y su elección para Fourteen era irrenuncia­ble para él. Lo cual se comprende al verla en acción.

Así, y de nuevo con François Cluzet y Marion Cotillard al frente mientras él se queda detrás de la cámara, Canet se quita una espina: “Al escribir el guión del filme anterior los personajes me parecían superficia­les. Ahora aprovecho para cambiar el registro y subrayar lo importante que es decirse las cosas entre amigos”, señala.

No es que Canet tuviera previsto de antemano continuar la historia de Max (Cluzet) y sus amigos tras aquella primera cinta del 2010. “De hecho, al principio no quería hacer una segunda parte por mucho que algunos colegas me insistiera­n”, señala. Pero un buen día de hace unos tres años, él mismo volvió a ver a los actores de la primera cinta y cambió de opinión. “Me dije: ¿Por qué no hacer esa secuela?”. Sin embargo, Canet no hallaba un tema potente que justificar­a la continuaci­ón. “Hasta que poco después tuve una bronca enorme con un amigo”, recuerda. mismo que enfermas de tristeza o de ira, la alegría y la amistad pueden curarte”, aduce.

Canet asegura que la película “ha liberado algo” que guardaba dentro y le ha dado “coraje para expresar algunas cosas” en la vida real. También le ha servido, confiesa, para asumir su particular vivencia de “la crisis de los cuarenta” (tiene 46), crisis que hasta ahora venía negando. Guerra a la frivolidad. Bienvenida la verdad de la vida, proclama.

Las actuacione­s de Medel y Kuhling en los papeles principale­s son el punto fuerte menos discutible de la película

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AQUÍ Y ALLÁ COMUNICACI­ÓN Norma Kuhling y Tallie Medel en un fotograma de Fourteen

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