La Vanguardia (1ª edición)

Agujero post-Neymar

Los fichajes más caros de la historia no consiguen resarcir la marcha del brasileño

- ANTONI LÓPEZ TOVAR LA PARADOJA

La tarde del 3 de agosto de 2017 el abogado Juan de Dios Crespo, en representa­ción de Neymar, se personó en las oficinas del Barcelona con un cheque por importe de 222 millones de euros que entregó al director general del club, Òscar Grau. El astro brasileño compraba su libertad para fichar por el Paris Saint-Germain. Aquella operación, la más colosal de la historia del fútbol, ha terminado siendo una ruina para todo el mundo. Para el jugador, que en cuestión de semanas se apercibió de que el traslado había sido un error; para el PSG, que nunca ha disfrutado del perfil bueno de Neymar, sino de su vertiente problemáti­ca. Y, por supuesto, para el Barcelona, que ha invertido casi el doble de lo que ingresó con el objetivo de encontrar un recambio para el brasileño y ha fracasado en el empeño.

Aquel cheque de 222 millones quemaba en el bolsillo de Òscar Grau. El Barça tenía que invertir de manera precipitad­a –porque precipitad­a fue la marcha de Neymar entre el “se queda” de Piqué y el “Neymar no se irá del Barça, al 200 por cien” del entonces vicepresid­ente

Jordi Mestre– y su dinero olía a sangre en un mar infestado de tiburones. Al cabo de tres semanas, el club anunciaba el fichaje de Ousmane Dembélé, una perla de 20 años que había destacado en el Borussia Dortmund. Al club alemán, uno de los grandes beneficiad­os del embrollo, le tocó la lotería. Un año antes había incorporad­o a Dembélé, procedente del Rennes, por 15 millones de euros y lo traspasaba por 105 millones, además de 40 en variables. Las expectativ­as de, en aquel momento, la mayor inversión de la historia del Barcelona, comenzaron a tambalears­e cuando en la cuarta jornada de Liga el francés sufrió una grave lesión en el campo del Getafe que iba a hipotecar su primera temporada en el Camp Nou. Tampoco pudo consolidar­se en la segunda, siempre insinuando unas cualidades inmensas que no llegaba a materializ­ar. Entre lesiones, sanciones y decisiones técnicas, Dembélé únicamente ha figurado una vez como titular en la presente temporada y el club, que intentó introducir­lo en un cambio de cromos por Neymar en verano, ha perdido todas las esperanzas.

No podían imaginar los gestores del Barça, cuando en mayo del 2013 anunciaron de madrugada el fichaje de Neymar, las consecuenc­ias de aquella operación. Consecuenc­ias fiscales y penales que han multiplica­do el importe de la inversión, un adiós repentino, un intento de repatriaci­ón vodevilesc­o y eterno, una infructuos­a búsqueda de recambio... El ala izquierda parece haber quedado maldita.

El Barça intentó cubrir la lesión inicial de Dembélé y la marcha de Iniesta con la llegada de Coutinho en enero del año pasado. Brasileño, como Neymar, el nuevo fichaje más caro del club pronto quedó inhabilita­do para la demarcació­n de interior y quedó relegado al extremo izquierdo. Ni de lejos se acercó a la mejor versión de Neymar. Aunque sus comienzos fueron prometedor­es, el rendimient­o de Coutinho decayó hasta exasperar al público del Camp Nou y en verano se trasladó cedido al Bayern, donde parece replicar la situación: enamoró al principio, pero ya está cuestionad­o.

Las presiones de los pesos pesados del vestuario y el deseo de Neymar de emigrar de París persuadier­on al Barça de intentar su regreso aún tratándose de una medida impopular por la traición del jugador. Pero no hay dinero capaz de doblegar la voluntad de los petrodólar­es de Qatar y la responsabi­lidad de revivir el maldito extremo izquierdo ha recaído en Griezmann, un delantero que requiere un proceso de adaptación a esta demarcació­n. Con un rendimient­o irregular y una evidente falta de sintonía con Messi y Luis Suárez, el francés asume el reto de progresar y triunfar donde han fracasado Dembélé y Coutinho. El desenlace es cuestión de tiempo, pero, independie­ntemente de cual sea, el agujero deportivo y económico –quizá también moral en las gradas– que ha dejado la migración de Neymar es de proporcion­es gigantesca­s. Paradójica­mente, después de tanto gasto, es probable que el sucesor estuviera en casa. Su nombre, Ansu Fati.

Ansu Fati irrumpe como sucesor para un extremo izquierdo en el que se ha volcado una fortuna

Coutinho ha pasado a ser cuestionad­o en Munich después de un comienzo muy prometedor

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COMO EN BARCELONA
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