Lula da Silva sale de prisión tras el cambio de criterio del Supremo
La derecha intenta hasta el último momento, sin éxito, evitar su libertad
El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva salió ayer de prisión tras permanecer recluido un año y siete meses por corrupción después de que la justicia decretara su libertad a raíz de la decisión adoptada el pasado jueves por el Tribunal Supremo. Ante una multitud de seguidores que aguardaban su liberación a las puertas de la cárcel de Curitiba, Lula arremetió contra la justicia brasileña, a la que acusó de intentar “criminalizar a la izquierda”.
La liberación Lula ya se daba por descontada después de que el Tribunal diera el jueves marcha atrás a su propia jurisprudencia. El abogado del expresidente brasileño, Cristiano Zanin Martins, visitó a primera hora de ayer al líder del Partido de los Trabajadores (PT), que cumple condena de ocho años y diez meses de cárcel por corrupción, y anunció que había solicitado su liberación urgente. La derecha parlamentaria antipetista se movilizó rápidamente –sin éxito– para evitar la libertad del exmandatario, encarcelado desde abril del año pasado.
“El presidente está muy sereno”, declaró el letrado a la salida de la cárcel, donde se concentraron partidarios de Lula a la espera de que abandonara el recinto penitenciario. “La decisión del Supremo, aplicando nuestra Constitución, también dio una luz de esperanza de que pueda haber justicia”, agregó Zanin en referencia al habeas corpus presentado anteriormente para anular el proceso por el que Lula fue condenado. El juez que sentenció al exsindicalista en primera instancia fue Sérgio Moro, a cargo de la macrocausa por el saqueo de la petrolera estatal Petrobras, que luego se convertiría en ministro de Justicia del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro. La imparcialidad de Moro es puesta en duda por este nombramiento y por la filtración de polémicas conversaciones con los fiscales del caso.
“Realmente nuestro objetivo es la declaración de nulidad de todo el proceso que llevó a la condena de Lula porque está marcado por fuertes violaciones de garantías fundamentales, repleto de ilegalidades, y esperamos que la Suprema Corte juzgue con rapidez el hábeas corpus”, indicó Zanin. “Solicitamos la revisión inmediata de la solicitud de excarcelación porque no hay respaldo jurídico para que continúe preso; ahora, tras el juicio de ayer (por el jueves), no existen motivos para que siga encarcelado”, agregó.
El máximo tribunal decidió a última hora del jueves, en una estrecha decisión –seis magistrados a favor y cinco en contra– revocar su propia jurisprudencia, que data del 2016 y establecía que tras una condena en segunda instancia es obligatorio el ingreso en prisión, sin agotar todas las apelaciones posibles. El nuevo fallo afirma ahora que esa norma es inconstitucional y que un condenado –siempre por crímenes no violentos– no puede ser encarcelado mientras no se agoten todas las instancias judiciales. En este sentido, Lula entró en la cárcel tras ser sentenciado en segunda instancia; posteriormente, la condena fue confirmada en tercera instancia, pero falta por resolverse la apelación ante el Supremo.
Los detractores de Lula, empezando por el presidente Bolsonaro, ya se han puesto manos a la obra en el Parlamento y varios senadores han presentado una propuesta de reforma constitucional para modificar el artículo que obliga a un juicio justo antes de una detención, en el que se basaron los magistrados del Supremo para tomar un fallo que, además de a Lula, beneficia a otros 5.000 reclusos, encarcelados tras ser condenados en segunda instancia.
El Alto Tribunal aprobó el jueves que los condenados sólo entrarán en prisión si hay sentencia firme