La nueva política incomoda a México, impotente ante EE.UU.
tros más al sur, donde la delincuencia es menor. Casa Monarca está a punto de abrir un nuevo albergue con capacidad para mas de 100 refugiados, construido en colaboración con Acnur.
El secuestro de migrantes ya es noticia cotidiana en el norte de México. Según Médicos sin Fronteras, el 60% de los migrantes que piden ayuda psicológica han sido secuestrados. Sólo en septiembre en Nuevo Laredo, 65 personas denunciaron secuestros. “Son fáciles de identificar para los secuestradores; andan perdidos y llevan mochilas llenas”, dice Reyes. Hasta los directores de los 200 albergues en México corren riesgos. Aaron Mendes, sacerdote y director de un albergue en Nuevo Laredo, fue secuestrado en julio al intentar prevenir el secuestro de un grupo de refugiados cubanos. Sigue desaparecido.
Los refugiados devueltos a México se enfrentan a una espera de meses, hasta años, antes de que un juez estadounidense valore su solicitud. En la mayoría de los casos la decisión será que no tienen derecho al asilo. Para demostrar que corren riesgos si vuelven a sus países, “los jueces en EE.UU. ya casi les piden una selfie con una pistola en la cabeza”, ironiza Raquel Reyes, que trabaja en Casa Monarca.
Eso sí, Jonathan tendrá mas posibilidades porque EE.UU. concede más asilos a los que huyen de Venezuela o Nicaragua, comparado con El Salvador o Honduras. En un toque digno de una novela de Franz Kafka, el nombre oficial del programa Quédate en México es el Protocolo de Protección de Migrantes.
Muchos acusan al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador de ser cómplice de la situación. Pero lo cierto es que el Gobierno mexicano es víctima de un presidente en Washington dispuesto a cualquier cosa para frenar el flujo de refugiados de Centroamérica. Según el libro Border wars de dos periodistas del The New York Times, Michael Shear y Julie Hirschfeld, la Administración de Trump presentó un ultimátum al Gobierno mexicano. O se hacían cargo de los refugiados o sufrirían aranceles que destruirían su economía y medidas contra los mexicanos en EE.UU. Con Trump todo es posible. “Nuestro presidente está dispuesto a hacer cosas verdaderamente locas”, amenazó el secretario de Estado Mike Pompeo en una reunión con Marcelo Ebrard, el canciller mexicano. “Si no colaboran, Trump se va a poner apoplético y las cosas irán muy mal para ustedes” advirtió. Al final, siempre según Border wars, Ebrard accedió aunque pidió a cambio 10.000 millones de dólares de EE.UU. para un plan de desarrollo para Centroamérica. Casi un año después, Trump no ha cumplido.