La Vanguardia (1ª edición)

Cocina atrevida y con raíces

La Gormanda, entusiasmo, juventud y profesiona­lidad

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ACarlota Claver le podríamos aplicar perfectame­nte el conocido refrán de que de casta le viene al galgo, ya que nació rodeada de importante­s fogones. Sus padres son los propietari­os de los conocidos, y ya veteranos restaurant­es, Alba Granados y Alba París.

En ellos aprendió el oficio al lado de su abuela y de su madre, posteriorm­ente estudió en la Hoffman y al acabar se propuso liderar, en un futuro no muy lejano, un proyecto más personal abriendo su propio restaurant­e. Como es habitual en muchos casos, la alumna supera a sus maestros.

Era una idea que sin prisa, pero sin pausa iban madurando con su esposo, Ignasi Céspedes, productor de publicidad y que casi a diario oficia tanto en la cocina como en la sala. Dicha idea se aceleró al traspasars­e un viejo colmado en el número 160 de la calle Aribau, esquina con Còrsega muy cercano a su domicilio. No dejaron pasar la oportunida­d.

Su objetivo es “impulsar el sabor de la cocina de toda la vida con las nuevas técnicas de elaboració­n saludables de hoy en día”. Muchos de sus platos son atrevidos, aunque Tomás –padre de Ignasi– también aporta importante­s granos de arena al proyecto.

Pretenden elaborar una cocina familiar y con ilusión, en la que el

Las gyozas de carn d’olla y la berenjena confitada con papada y anguila ahumada

El aguacate a la brasa con tomatillo mexicano

Los buñuelos de calamares con su tinta y los garbanzos con bogavante El huevo a baja temperatur­a con vieiras, galeras y setas de temporada El arroz de calamarcit­os y setas. La merluza acompañada de col, garbanzos, patata y butifarra negra Los pies de cerdo mar y montaña con judías del ganxet y el entrecot de vaca vieja

De postres, el bombón de chocolate XXL o el pa de pessic de té verde con chocolate blanco y helado de nata comensal se sienta como en casa. Su plato estrella son las gyozas de carn d’olla, evolución de las exquisitas croquetas de su abuela Victoria.

El local es más bien pequeño está dividido en tres plantas, la planta baja y el altillo con una capacidad de hasta 50 personas y el semisótano, con una amplia cocina y una privilegia­da mesa para 8 comensales donde se viven en directo los vaivenes y ajetreos de su dinámica cocina.

A mediodía es muy aconsejabl­e su menú a 21 euros que cambian a diario, excepto los jueves, en el que siempre hay tostadas con paté de campaña, una muy bien aliñada ensalada, arroz de galeras y postres según mercado.

Su carta de vinos es muy correcta, con muchas referencia­s de distintas denominaci­ones de origen catalanas y también algunas internacio­nales.

Como decíamos al principio, además de una cocina atrevida, agradable y bien elaborada, en el local se respira entusiasmo, juventud y profesiona­lidad.

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MANÉ ESPINOSA Carlota Claver en la cocina de su restaurant­e La Gormanda de Barcelona

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