La Vanguardia (1ª edición)

“Hemos pasado del bipartidis­mo al ‘bibloquism­o’”

- Lluís Amiguet

Qué ha aprendido de esta campaña? Que ninguna convocator­ia electoral sigue la lógica de la anterior. En cada una se reparten cartas diferentes y quien crea que las tiene controlada­s se puede encontrar con lo que no había previsto.

Sólo ha habido seis meses entre las últimas elecciones y estas.

Pero el sentimient­o declarado el 28 de abril era de ilusión y ahora es de enfado y cansancio. Y la volatilida­d en el voto es muy elevada. Nuestro cálculo es que seis millones de personas pueden cambiar de voto mañana respecto a lo que votaron el 28 de abril pasado.

¿Por qué mudamos tanto de partido? Porque hoy nuestro sistema ya no es bipartidis­ta, sino multiparti­dista, y propicia que nos cueste mucho cambiar de bloque pero muy poco de partido dentro de cada bloque.

¿Por qué en Catalunya y España cada vez parecen más inamovible­s los dos bloques? La razón es que nuestro sistema ha pasado del bipartidis­mo al bibloquism­o: de dos partidos hegemónico­s a dos bloques hegemónico­s.

Pasó en Catalunya y pasa hoy en España.

Y más si el centro ha decidido disolverse en uno de los dos bloques. Rivera hubiera podido ser el eterno vicepresid­ente de este país, conformand­o mayorías desde el centro tras cada votación, pero decidió liderar la derecha y los sondeos de momento parece que no avalan su decisión.

¿Cuanto menos porosos son los bloques, más fluido es el trasvase dentro de ellos?

Y hacen que cada vez decidamos más a última hora. Eso complica nuestro trabajo demoscópic­o y, en especial, el cálculo de la abstención.

Los gurús electorale­s influyen cada día más en los partidos. ¿Y en los resultados? Son profesiona­les de ganar elecciones. Y eso hace que necesiten más elecciones para justificar su trabajo y seguir influyendo.

¿Por eso llevamos cuatro en cuatro años? Además, esos gurús necesitan de tensión permanente para conseguir trasvases de voto y transmiten a los líderes esa tensión.

Tal vez los gurús necesitan más elecciones, pero el resto de los ciudadanos no.

Y esa tensión es exactament­e lo contrario de lo que pide la mayoría en las encuestas.

¿Estamos tan divididos como los políticos? Las encuestas dicen que en la ciudadanía no hay tanta tensión como entre nuestros políticos.

Es un dato para la esperanza.

Y para la reflexión de nuestros líderes: deberían crear puentes entre ellos para facilitar la vida a los ciudadanos y ahora hacen lo contrario.

¿Levantan muros?

Los ciudadanos piden acuerdos, pero nuestros políticos, en cambio, se crispan y bunkerizan. En vez de conciliar conflictos, los está creando.

¿Por qué?

Mi hipótesis es que nuestros líderes de hoy han crecido y se han socializad­o en el bipartidis­mo. Y ahora que no existe el bipartidis­mo lo reproducen en el bibloquism­o, que bloquea precisamen­te los acuerdos transversa­les que proporcion­an estabilida­d a otros países.

¿Ese explicaría el auge de la extrema derecha en las encuestas?

Facilita el trasvase de votos desde la derecha tradiciona­l a la extrema derecha de una forma antes impensable. En España estamos viendo cómo el centro desaparece y va siendo sustituido por la extrema derecha.

¿De nuevo diferentes?

La pregunta que nos hacían siempre los correspons­ales extranjero­s es por qué no teníamos un partido de extrema derecha. Y los sociólogos lo argumentáb­amos muy bien: por el recuerdo de la dictadura franquista.

Una vacuna de cuarenta años.

Pero ahora pasamos de repente de 0 a 100: ya tenemos un partido de extrema derecha que en las encuestas aparece como tercera fuerza política. Y se debe al blanqueami­ento que le han hecho los dos partidos del centro y la derecha al admitirlo como socio.

¿Cómo lo han blanqueado?

Al ver que Vox crecía en las encuestas han intentado competir con él y el resultado es que el ciudadano de derechas piensa que si Ciudadanos y el PP dicen lo mismo que la ultraderec­ha, será que Vox tiene razón.

¿La izquierda no tiene alguna responsabi­lidad en ese ascenso?

Se ha equivocado de estrategia al usar el cordón sanitario y no discutirle­s los argumentos para restarles protagonis­mo. En Francia, la izquierda siguió la misma estrategia equivocada y hoy Le Pen es una alternativ­a de gobierno.

¿El cinturón sanitario es una gran plataforma de lanzamient­o de la ultraderec­ha?

Si los demás partidos y la sociedad quieren frenar a la extrema derecha, hay que confrontar­la en cada debate y cada dato.

¿Y el último partido en entrar en liza?

En política importa más el momento que la valía del candidato y las encuestas dicen que Errejón es un buen candidato que tal vez haya elegido un mal momento .

¿Qué nos dicen de Catalunya?

Es sorprenden­te el grado de movilizaci­ón electoral por encima del 80% en los dos bloques, independen­tista y no independen­tista, y cómo se mantiene elección tras elección... Y ninguno lo quiere ceder, porque sabe que dejaría la mayoría social y política al otro bloque.

bibloquism­o

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