Modi veta la protesta a su sectaria ley de ciudadanía
La suspensión de internet y móvil alcanza a zonas deDelhi
Siguiendo la ley del péndulo, las medidas de excepción que tantos aplaudían mientras castigaban al remoto valle de Cachemira se estrenaban ayer en la capital india. Tanto internet como la telefonía móvil fueron suspendidos en barrios de Delhi sensibles por su población musulmana o por ser escenario de la contestación a la enmendada ley de Ciudadanía.
Las protestas se dejaron sentir a lo largo y ancho del país, incluso en sitios poco dados a reprobar a Narendra Modi, como Bombay, además de Calcuta o Guwahati. Hubo incluso que lamentar dos muertos por balas policiales en Mangalore y otro en Lucknow.
Desde la madrugada de ayer, las reuniones de más de cuatro personas habían sido prohibidas por “tumultuosas” en Nueva Delhi y en dos estados gobernados por el BJP de Modi, Uttar Pradesh y Karnátaka.
Agarrándose a dicha prohibición de la era colonial, la policía practicó 1.200 detenciones. Entre ellas, en Bangalore, la del biógrafo de Gandhi, Ramachandra Guha, mientras era entrevistado por una televisión. En Delhi, varios diputados presentes fueron metidos en furgones policiales y dispersados.
La enmienda en cuestión, aprobada la semana pasada, agiliza el acceso a la ciudadanía de los inmigrantes de Bangladesh –la abrumadora mayoría– Pakistán y Afganistán que no sean musulmanes. La medida obedece a los intereses del BJP en Asam, donde la inmigración ilegal de Bangladesh agita las campañas desde los años setenta. Pero el ministro del Interior, Amit Shah, ya ha prometido en más de un mitin que el Registro Nacional de Ciudadanos practicado allí –con el resultado de “1,9 millones de infiltrados”– será extendido a todo el país.
Varios estados, entre ellos los dos que fueron descuartizados por la creación de Pakistán –Bengala y Punyab– ya han anunciado que no cooperarán em ello. Según la escritora Arundhati Roy “el Gobierno quiere convertir a todos los indios en peticionarios, en manos de unos pocos”. “Antiminoritarios” y “autoritarios” son los calificativos que les dedica el politólogo Pratap Bhanu Mehta.
La libertad de manifestación fue obstaculizada más si cabe por el cierre de una veintena de estaciones de metro en Delhi, donde veinte vuelos fueron cancelados y
Tres muertos y 1.200 detenidos en las protestas, con Delhi en virtual estado de excepción
setecientos sufrieron retrasos por los controles de tráfico.
Fuentes del BJP reconocen que no se esperaban una contestación parecida, que se ha exacerbado por las invasiones de campus. En el fondo, el partido de Modi se limita a ejecutar el programa con el que ha ganado las elecciones dos veces, que no es otro que el de su organización madre, el RSS: Convertir India en un Pakistán hindú.
Frente a este asalto a los principios laicos, muchos indios se agarran a la Constitución. Sin embargo, la casta judicial se encuentra en una longitud de onda similar a la del BJP, como ha demostrado la sentencia sobre la demolición de la Mezquita de Ayodhya, que premia a los violentos.
La semana en que Modi subió al poder, en el 2014, este corresponsal publicó que “si la economía no remonta, la tentación podría ser muy fuerte para un hombre de probada eficacia polarizadora, todo un ‘arquitecto de disturbios’, según la primera ministra de Bengala”. Parece que ese momento podría haber llegado.