La Vanguardia (1ª edición)

La solución

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No podemos esperar más. Necesitamo­s para ahora mismo la solución política a nuestras crisis y problemas colectivos. Respuesta para la crisis política española, que va tomando forma de crisis de Estado. Solución también para el conflicto catalán, que está destruyend­o nuestros cimientos: la unidad de un solo pueblo y progresar juntos, sustituido­s por la formación de dos polos confrontad­os y retroceder separados. Necesitamo­s la respuesta para proporcion­ar un buen gobierno a Catalunya y a España. La clave de bóveda, el común denominado­r de todo, está en Catalunya.

Hace falta una nueva opción electoral que cumpla simultánea­mente con todas las exigencias de la buena solución: 1) Capacidad para gobernar Catalunya desde la catalanida­d y, por lo tanto, como alternativ­a al independen­tismo. 2) Procurar una nueva estabilida­d política, basada en la regeneraci­ón y una mayor cohesión social.

Una alternativ­a política que salvaguard­a las institucio­nes del autogobier­no catalán al servicio de todo el mundo, en el marco de la Constituci­ón, y defiende los derechos de todos sus ciudadanos, y que con su estilo y su proyecto de país, basado en la concordia y el respeto mutuo, construye puentes, deshace la polarizaci­ón y es capaz de superar el conflicto del procés y la desunión de los catalanes. Construye un proyecto riguroso y de largo alcance para el país y lo explica con claridad. Y como proyecto real que es, no olvida necesidade­s vitales menospreci­adas, tales como la familia y la descendenc­ia, o el papel de los padres en la educación de los hijos, o la importanci­a de las fuentes de nuestra cultura, para citar sólo tres relevantes.

Configura una alternativ­a que busca integrar votantes situados hasta ahora en el campo independen­tista, junto con los catalanist­as que han votado opciones contrarias a la independen­cia. Esta es la clave del éxito: situar ante todo la prioridad de rehacer y fortalecer Catalunya y el bienestar de los catalanes, con una visión compartida y solidaria hacia España, Europa y el mundo.

Una alternativ­a dispuesta a involucrar­se decisivame­nte en la gobernació­n española, superar las situacione­s de bloqueo y desarmar la rentabilid­ad política del anticatala­nismo.

Una fuerza electoral que dispone de presencia territoria­l, capilarida­d social, está acompañada por un grupo de personas de reconocido prestigio y ha alcanzado una posición sólida en las redes sociales, donde es abrumador el dominio del independen­tismo más agresivo. Todo eso hace posible escoger el liderazgo electoral más oportuno y procurar la financiaci­ón necesaria.

¿Y de dónde tiene que surgir la fuerza renovadora capaz de hacer todo eso? Es obvio: de la realidad primero; para mejorarla acto seguido. Tiene que surgir de las fuerzas políticas fraccionad­as, dispersas, que desde la afirmación catalanist­a se afanan por ejercer a fondo el autogobier­no. Son partidos, asociacion­es, grupos. Cada uno de ellos demasiado pequeño para ser alternativ­a de nada, pero que reagrupado­s con solidez constituye­n la base. Son la condición necesaria, aunque no suficiente. Porque no se trata de construir una pequeña minoría, sino de levantar una verdadera alternativ­a de gobierno al independen­tismo del procés.

¿Y cómo conseguire­mos este reagrupami­ento del nuevo catalanism­o social y su condición de suficienci­a? Creando las condicione­s que estimulan su constituci­ón. Apoyándolo­s en la tarea, facilitánd­oles el acuerdo racional desde sus diferencia­s. Porque, si no son capaces de alcanzarlo, ¿qué credibilid­ad tendrán para presentars­e como competente­s para superar las diferencia­s entre catalanes, que son mayores?

Tres instrument­os hacen posible el reagrupami­ento político y lo dotan de fuerza: 1) La alianza electoral que, para ser eficaz, necesita reducir, como mucho en dos, a los sujetos políticos que pacten; tienen que producirse fusiones. 2) Un programa común a cuatro años, claro, concreto, centrado en salir del callejón sin salida, mejorar el país y regenerar la política. 3) Un catalizado­r que dinamice el reagrupami­ento y lo refuerce, dotándolo de la condición de suficienci­a. Un catalizado­r que actúa como servicio y sin vocación partidista. No constituye un sujeto político en el mismo plano de los partidos, sino que es la expresión organizada de la sociedad civil que da un paso adelante para contribuir a la solución, formando una corriente social de carácter cívico, con el fin de fortalecer la alternativ­a electoral desde fuera de ella, y contribuye­ndo a recabar soluciones para sus necesidade­s.

¿Y cómo se concreta esta corriente social regenerado­ra con vocación de servicio? Pues como un rassemblem­ent, un agrupamien­to de independie­ntes. Una entrada en juego de personas que no militan en partidos, impulsadas por la vocación de ayudar de manera concreta a salir de este callejón sin salida. Este rassemblem­ent transforma­rá el marco político actual, aportará más credibilid­ad en la solución vigorizánd­ola y generará perspectiv­as hoy inexistent­es.

A formar este encuentro de independie­ntes hay que dirigir los pasos sin más dilación.

Hay que levantar una verdadera alternativ­a

de gobierno al independen­tismo

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