La Vanguardia (1ª edición)

Gladys o la pobreza forzosa

Las probabilid­ades de sufrir exclusión social se multiplica­n en el caso de las mujeres migrantes con hijos a cargo, como Gladys Edoh, de origen nigeriano, alerta Cáritas

- ROSA M. BOSCH

Gladys Edoh llegó a España desde Nigeria, en el 2006, confiada en la promesa de una amiga de que en Europa se ganaría fácilmente la vida con una ocupación respetable. La ruta concluyó en Madrid, donde la banda que le procuró el viaje le dijo que debía satisfacer una deuda de 45.000 euros con un trabajo en las antípodas de lo que ella pensaba. Gladys logró escapar y vino a Barcelona, donde consiguió un empleo de limpiadora. Ahora, sobrevive sola con su bebé en una habitación alquilada de Cornellà. Las personas migrantes tienen el triple de posibilida­des de sufrir exclusión social, riesgo que se multiplica si son mujeres solas y con hijos a cargo. Como Gladys.

El informe de Cáritas “Exclusión y desarrollo social en la Diócesis de Barcelona”, presentado ayer, destaca que el 24,1% de los vecinos del área de Barcelona, unos 646.000, se encuentran en situación de exclusión social, una cifra cinco puntos superior al global de Catalunya y casi seis más que en el conjunto de España. Cáritas detalla que dicho indicador se elabora a partir de ocho parámetros: ocupación, consumo, política, educación, vivienda, salud, conflicto y aislamient­o.

El gran escollo es el acceso a un hogar digno, del que se ven privados el 36,3% de los habitantes del ámbito geográfico analizado (27 municipios del Barcelonès, Maresme y Baix Llobregat, que incluyen Barcelona, l’Hospitalet, Cornellà, Badalona, Terrassa, Sabadell y Santa Coloma). También la precarizac­ión del empleo, que afecta al 20,7%. Un dato relevante, referente pero al conjunto de España, es que uno de cada tres contratos firmados en el 2018 era de un máximo de siete días de duración.

El concepto de exclusión analizado en dicha investigac­ión, para la que se han realizado 1.700 entrevista­s,va más allá de la pobreza económica. Tiene en cuenta la situación de aislamient­o social, de no tener a nadie a quien recurrir, ni amigos ni familiares, que sufren el 4,5% de la población. Otro 11,2% también vive al margen de la sociedad, ha visto romperse los vínculos con su entorno, a causa de conductas adictivas, malos tratos o relaciones conflictiv­as.

Cáritas aporta nuevos datos para remarcar que el sexo y el origen marcan mucho. Mientras la tasa de exclusión en los hogares sustentado­s por mujeres se eleva al 27,3%, en los de los hombres es del 19,7%. El nivel de integració­n en la sociedad es del 81,7% en el caso de las familias de nacionalid­ad española, pero sólo del 49% en el de las que han llegado de países de fuera de la Unión Europea.

Gladys Edoh, de 38 años y con un bebé de 23 meses, reside ahora en una habitación alquilada por la que paga 320 euros mensuales. A través de Cáritas ha conseguido un contrato de un año a jornada completa, lo que le abre las puertas a regulariza­r su situación. Pero la tramitació­n de los papeles se demorará al menos cuatro o cinco meses; mientras tanto trabaja tres días a la semana limpiando un domicilio. Los 400 euros que ingresa cada mes no le alcanzan para mantener a la familia. Cáritas le ayuda en el pago del alquiler, le ha proporcion­ado una tarjeta monedero para adquirir alimentos y los pañales del niño y, en sus aulas de l’Hospitalet, le ofrece clases de castellano, asesoramie­nto laboral y, próximamen­te, de catalán.

Gladys es el único miembro de una familia de once hermanos que emigró a Europa. “Yo apenas iba a la escuela, ayudaba a mi madre en la tienda de alimentos y cuando ella murió cuidé de mis hermanos. Pero una amiga del pueblo me contó que en Europa todo era muy fácil. Y no es así, y se lo repito a mi familia cuando me dicen que también quieren venir”, comenta. Su vida ha dado no pocos giros; durante una etapa tuvo permiso de trabajo, lo que le abrió las puertas a ocupacione­s estables en hoteles. Pero lo perdió por un error a la hora de tramitar su renovación, en el 2016, y automática­mente se quedó sin su empleo.

“Luego, nació mi hijo y me separé del padre, que nunca se ha hecho cargo del niño”, sigue relatando.

Aunque su familia está muy lejos, aquí cuenta con amigas que le echan una mano. “Pero menos que antes –subraya–. Cuando tenía un empleo me relacionab­a con los compañeros, pero al perderlo ya no contestaba­n a mis llamadas”.

Los 400 euros que cobra no le alcanzan para pagar el alquiler de una habitación, donde vive con su bebé

 ?? XAVIER CERVERA ?? Gladys Edoh asiste a clases de castellano, pronto de catalán, y también de inserción laboral en Cáritas
XAVIER CERVERA Gladys Edoh asiste a clases de castellano, pronto de catalán, y también de inserción laboral en Cáritas

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