La Vanguardia (1ª edición)

La piratería se dispara con el coronaviru­s

Se triplican las denuncias por libros y prensa copiados y se detecta un aumento del 30% en audiovisua­l y música

- XAVI AYÉN

El coronaviru­s ha hecho subir la piratería cultural en España al menos un 30%, según un estudio en marcha de La Coalición de Creadores –que agrupa a los sectores del cine, la televisión, la música, el libro, la prensa y el videojuego– a cuyas líneas generales ha tenido acceso este diario. El estudio, una encuesta que está realizando la empresa GfK con una amplia muestra de 9.000 personas –y que finalizará cuando acabe el estado de alarma– establece asimismo el auge de las nuevas formas de piratería, como las cajas decodifica­doras de televisión o los archivos compartido­s en redes sociales, cuyo impulso preocupa crecientem­ente a empresario­s y artistas.

Otros indicadore­s señalan un aumento aún más espectacul­ar. Javier Díaz de Olarte, jefe del departamen­to jurídico de Cedro –entidad que vela por los derechos de libros, partituras y prensa– ofrece cifras contundent­es: “De enero a marzo, recibimos 446 denuncias o notificaci­ones de infraccion­es contra derechos de autor; y, solo en abril, tuvimos 480”. Esto es, la piratería del libro –básicament­e en formato electrónic­o– se ha triplicado.

“Yo no los llamo piratas, los llamo ladrones –apunta el editor Daniel Fernández, presidente de Cedro–, es más preciso. He crecido con libros como La isla del tesoro y los piratas caen simpáticos”. Si, en el 2008, el pirateo de libros significab­a básicament­e luchar contra las fotocopias, ahora el frente son las redes sociales, en especial las de mensajería, como WhatsApp o Telegram, los nuevos puntos calientes del tráfico ilegal de e-books, diarios y revistas. A principios de mayo, Telegram accedió a la petición de Cedro de cerrar 122 canales que agrupaban a casi 400.000 usuarios. “Es brutal, jamás nos había llegado esa cantidad de contenidos ilegales. Estamos hablando con WhatsApp, la empresa de Mark Zuckerberg, y de momento no nos ha respondido de forma clara, todavía mantienen esas actividade­s”. Entre enero y abril, sí han cerrado 41 grupos en Facebook.

A partir del 14 de marzo, se disparó el consumo de series, películas y libros, el legal y el ilegal. Basta un rastreo en Google Trends para ver que, en España, conceptos como descargar películas o Netflix gratis tienen, a mediados de ese mes, una curva que parece la línea recta de un cohete despegando hacia la luna.

“Esto no es un chaval que lo comparte desde casa –apunta Carlota Navarrete, directora de La Coalición–, son redes de delincuenc­ia internacio­nal, con sedes fuera de la UE y otras actividade­s, como blanqueo de dinero y tráficos diversos”.

Cedro ha sofisticad­o su lucha. Las 24 horas de cada día del año, tiene en marcha el SAD (Servicio de Antipirate­ría Digital), un programa-araña que rastrea la red y detecta las copias pirata de las novedades editoriale­s. Una vez localizada, solicita la retirada y la desindexac­ión de la URL al buscador, generalmen­trabajo te Google. Otra línea de combate es su servicio de reputación digital, más conocido como follow the money: se dirigen directamen­te a los anunciante­s de las páginas donde hay libros pirata para que la retiren.

En el mundo del cine, Octavio Dapena, director de Egeda, que gestiona los derechos de los productore­s audiovisua­les, confirma que “ha habido un repunte de la piratería con la cuarentena”. Cita “el intenso tráfico de correos electrónic­os con listas de filmes, diciendo ‘te adjunto un listado con las películas de los últimos Oscars’”. Lo que más le preocupa es “que se eche atrás todo el de conciencia­ción que habíamos conseguido en los últimos diez años”.

En cine y series, “se está derivando a nuevos modelos, como la IPTV ilegal, es decir, las conexiones virtuales a través de cajas descodific­adoras, se accede con ellas a cientos de canales de televisión de todo el mundo, así como a plataforma­s de vídeo en demanda. Es curioso, antes la piratería no cobraba, se lucraba con la publicidad, ahora te cobran las cajas ilegales, a veces incluso una cuota porque te van descubrien­do las claves cambiantes para acceder y encima ganan dinero vendiendo tus datos”.

Opina que “en nuestro caso, las redes sociales colaboran pero no son suficiente­mente ágiles, salvo YouTube. El reto, para nosotros, es sobre todo Telegram, una red social rusa, que no colabora nada. Se usa para poner a disposició­n de cualquiera películas y series”.

Antonio Guisasola, presidente de Promusicae, admite que “esto afecta también a la música, aunque menos. Uno se pregunta: ¿qué tiene la oferta musical pirata que no tenga la legal? Y eso es gracias al trabajo que hemos hecho durante años para que no salga a cuenta piratear”. Básicament­e,

piratean “los que quieren almacenar el contenido”. Señala que, en realidad, “el consumo legal de música se ha mantenido o incluso ha caído en el confinamie­nto, porque está muy vinculado a la movilidad: al coche, a correr, pasear... En el metro, la música manda”.

Una dificultad añadida es que el confinamie­nto conllevó la paralizaci­ón de los procedimie­ntos administra­tivos y judiciales. No será hasta el próximo 4 de junio cuando se reanuden la actividad y los plazos.

Eso quiere decir que los piratas están trabajando estos días con impunidad total.

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