La Vanguardia (1ª edición)

Gracias, noruegos

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De vez en cuando, en los ratos libres, entro en YouTube y me voy al pasado. Contemplo carreras. Carreras de atletismo. Carreras de todas las distancias, de cualquier año, en todos los terrenos. Me voy a los años setenta, o a los noventa. Sigo a los atletas sobre el césped de Amorebieta, sobre el asfalto de Berlín, volando sobre el tartán de Mónaco. Recupero la Milla de Nueva York, hoy algo olvidada: reviso aquellos duelos entre Steve Scott, John Walker y Sydney Maree, que luego estuvo preso en una cárcel en Sudáfrica. O me voy a la Milla de Ensueño de Oslo.

Veo a Usain Bolt en Pekín 2008.

A David Rudisha en Londres 2012. A Florence Griffith en Seúl’88.

A Svetlana Masterkova en Atlanta’96... Hoy, los amantes del atletismo debemos vivir de eso, de los recuerdos: enseguida va a haber fútbol, pero no habrá carreras en el mundo. Y tampoco se las espera a corto plazo. Suerte de YouTube.

Los feligreses contemplam­os vídeos de carreras y así evocamos. Sentimos el aroma del césped húmedo en primavera. El ácido en los dientes, que rechinan cuando la cosa se pone realmente seria. El sonido de las pisadas sobre el asfalto: cómo se recalienta­n los pies cuando el sol arde ahí arriba. En estas semanas, los atletas deberían florecer. Asomarse a sus grandes picos de forma: este es el momento en el que el cuerpo agradece el trabajo de meses. La atmósfera se tensa. Uno cree que puede volar.

No será así en este año.

No va a haber atletismo.

Y por eso, los entrenador­es se preguntan: –¿Cómo motivas a tu atleta, cuando no va a poder competir en meses?

Hace unos días, vimos en streaming cómo Jakob Ingebrigts­en batía el récord noruego de 5K; nos importaba un pito el reto, pero lo pasamos bien

No puedes.

Hacen falta herramient­as, atajos.

(...)

En España, llevan semanas hablándono­s del hipotético duelo entre Óscar Husillos (cuatrocent­ista) y Adrián Ben (ochocentis­ta), una carrera de 500 metros, distancia atípica, que se celebrará en fecha y lugar aún indetermin­ados y cuyo desenlace ya hace que corran las apuestas.

En el entretiemp­o, son los Ingebrigts­en quienes vienen a rescatarno­s: el 11 de junio disputarán una carrera de 2.000 m a distancia. Los tres hermanos correrán en Oslo, mientras los kenianos Cheruiyot y Manangoi lo harán en Nairobi. Será otro paso en un abanico de propuestas novedosas. Hace una semana, los Ingebrigts­en habían montado otro reto en Stavanger. Querían batir el récord noruego de 5 kilómetros en ruta. Cierto, el reto no tenía ninguna importanci­a. ¿A quién le importa el récord de Noruega? Pero el proyecto tenía su nosequé: en streaming, con comentario­s en noruego, pudimos ver cómo cinco atletas recorrían un polígono industrial, corriendo a todo tren hasta que uno de ellos, el gran Jakob Ingebrigts­en, firmaba 13m29s, récord del país, ocho segundos por debajo de la marca de Sondre Moen (13m37s).

Cierto, el récord nos importa un pito, pero nos lo pasamos muy bien. Benditos noruegos.

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