La Vanguardia (1ª edición)

Bundesliga bávara

El Bayern gana en Dortmund (0-1) y acaricia su octava liga consecutiv­a

- LUIS BUXERES OBRA DE ARTE

La Meistersch­ale, la ensaladera que acredita al campeón de la Bundesliga desde 1949, ya puede reservar habitación en Munich, parada habitual. Así lo ha hecho las últimas siete temporadas y todo apunta a que tendrá que hacerlo otra vez. El Bayern Munich dejó prácticame­nte listo para sentencia su octavo título de liga consecutiv­o con un triunfo de prestigio en el clásico germano ante el Borussia Dortmund. Una victoria, eso sí, algo descafeina­da ante la falta de fuego en el infierno del mítico Westfalens­tadion, convertido en el Signal Iduna Park por el implacable –y cada vez más detestable– fútbol moderno.

Quedan seis jornadas para que finalice la Bundesliga y el equipo que dirige Hans-Dieter Flick dispone de siete puntos de ventaja sobre el segundo clasificad­o después de ganar en Dortmund. De sus últimos 18 compromiso­s ligueros, pre y post coronaviru­s, 17 han acabado con victoria y uno con empate. Con estos números se hace complicado imaginar un escenario en el que la Ensaladera no acabe su trayecto de nuevo en la capital de

Baviera. El clásico alemán no tenía vuelta de hoja para el Dortmund. Estaba obligado a ganar para soñar con poder acabar con el insultante dominio doméstico del todopodero­so Bayern. Pero el encuentro no dejó muy buen sabor de boca en las filas amarillas. Se les escapó el título, se les puede complicar incluso la Champions y, además, la guinda fue la lesión de Haaland en la segunda parte.

El delantero noruego, una de las sensacione­s de los últimos meses en el fútbol continenta­l, tuvo que abandonar el césped antes de tiempo cojeando y dejar su sitio al aún más joven Reyna en el minuto 72.

El triunfo del Bayern lo selló Joshua Kimmich al filo del descanso. El defensa/centrocamp­ista/delantero sigue haciendo méritos para que Netflix le preste atención. El ayer mediocentr­o definió desde la frontal del área con una fina vaselina que recordó las firmadas antaño por Romário o Messi. Burki estiró su cuerpo al máximo pero no pudo desviar el balón, que besó la red al mismo tiempo que el Bayern acariciaba el título. Fue una preciosida­d.

A pesar de no contar con el calor de sus aficionado­s, el Dortmund firmó un inicio de encuentro clásico de un equipo local, apretando al Bayern y llegando a su área con facilidad. Haaland estuvo a punto de aprovechar un despiste de Neuer antes del primer minuto pero Boateng, que otra cosa no pero situarse lo hace francament­e bien, sacó la pelota bajo los palos.

El Bayern salió airoso de ese dominio inicial y poco a poco se hizo dueño del partido. El Dortmund solo era capaz de atacar a oleadas, un escenario que duró hasta el pitido final.

Burki mantuvo las esperanzas de los locales con un par de estiradas prodigiosa­s pero el sueño amarillo se acabó desvanecie­ndo cuando Neuer sacó una mano milagrosa al disparo de Dahoud en el ocaso del partido. Los puntos viajaron a Baviera, que ya se prepara para celebrar otra Liga. Con público o sin él, el Bayern es el rey.

La jornada

Kimmich puso el 0-1 con una fina vaselina desde la frontal que recordó a Romário o Messi

El Borussia dijo virtualmen­te adiós al título y además perdió a Haaland por lesión

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POOL / REUTERS Burki, portero del Dortmund, observa impotente como la vaselina de Kimmich acaba en gol del Bayern

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