Los nombres que debemos recordar
Esto no son cifras, son nombres propios: los de personas que han perdido la vida por la Covid. La pandemia nos ha arrebatado a miles de padres, abuelos, amigos, hermanos.
Muchos gente anónima para el gran público, pero que dejan un hueco agravado además por las circunstancias del tránsito: en soledad, sin funeral, en entierros restringidos y rápidos. La epidemia está dejando tras de sí no únicamente el dolor de la pérdida, sino también del duelo incumplido. El virus se ha encarnizado sobre todo con nuestros mayores. La mayoría se han ido sin la compañía de sus seres queridos, solos. Una situación especialmente trágica porque se trata de hombres y mujeres con vidas surcadas por las dificultades de un país atribulado por la guerra y la postguerra. Merecen el recuerdo y el homenaje que el virus les negó.