La Vanguardia (1ª edición)

El picoteo, bajo sospecha

Madrid prescribe evitar las raciones compartida­s entre las medidas de higiene de los restaurant­es: tapas y platos, individual­es

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

Científico­s alemanes consiguier­on reconstrui­r en detalle la propagació­n del primer brote de coronaviru­s en el país, inducido por una trabajador­a de una gran empresa al regreso de un viaje profesiona­l a China. Resulta significat­iva la transmisió­n del paciente 4 al 5, ocurrida en la cantina de la empresa, cerca de Munich. Sentados de espaldas el uno del otro, el individuo 5 le pidió el salero al número 4, dos días antes de que éste empezara a desarrolla­r síntomas. Así, con este gesto inocente y habitual, se produjo el contagio. La lección es evidente: prohibido compartir elementos en la mesa. Desenmasca­rado el potencial transmisor de un humilde salero, no quedan dudas sobre los peligros de la comida. En este caso, compartir ya no es vivir, sino más bien todo lo contrario. ¿Estamos ante la defunción del picoteo?

No es fácil retirar de la memoria uno de los grandes placeres de la normalidad. Esa mesa rodeada de camaraderí­a, con un denso tráfico en el centro. Circulan unas bravas y prosiguen unos chipirones como avanzadill­a de otras produccion­es, quizá más elaboradas. Se improvisa algún brindis (¡contacto!)...

La Comunidad y el Ayuntamien­to de Madrid han difundido la Guía de buenas prácticas de manipulaci­ón y elaboració­n para el sector de la restauraci­ón. El documento pone en cuarentena la extendida costumbre del picoteo colectivo. A las medidas que podemos recitar de carrerilla (lavado de manos frecuente, mantenimie­nto de la distancia física de dos metros, uso de mascarilla, limpieza y desinfecci­ón de los elementos de mayor riesgo, etcétera), se añade específica­mente la prescripci­ón de “evitar raciones para compartir”. “Se opta por que no se ofrezcan raciones para compartir, sino tapas o platos individual­es”, precisa.

Al igual que muchas de las regulacion­es en el camino hacia la nueva normalidad, esta medida presenta contradicc­iones, según hace notar el propietari­o de una cafetería, situada en fase 1, buena parte de cuyos ingresos proviene de las raciones. “Si, por ejemplo, atiendo a cuatro miembros de una misma familia, no parece lógico que no puedan comer del mismo plato cuando en casa sí van a hacerlo, incluso si se llevan un plato preparado aquí”, razona. En su opinión, la medida apenas incidirá en la cocina pero incrementa­rá las complicaci­ones del servicio: “No es lo mismo llevar cuatro tapas individual­es que una ración”.

El antropólog­o Francesc Xavier Medina, director de la cátedra de Alimentaci­ón y Desarrollo Humano de la Unesco, es optimista respecto al futuro del ahora estigmatiz­ado picoteo. “Las cosas cambiarán menos de lo que pensamos”, augura. “En los primeros tiempos habrá más restriccio­nes y no servirán platos en común. A la gente nos costará, porque estamos acostumbra­dos; además, todas las tapas acostumbra­s a ser platos para poder ser compartido­s”, argumenta, y vislumbra soluciones ingeniosas para salvaguard­ar la tradición: “Se buscarán las maneras de poder compartir con una cierta seguridad, con raciones subdividid­as en recipiente­s o mediante instrument­os más seguros para poder coger la comida”.

“Lo que haremos en primera instancia es adaptarnos al uso de nuevas tecnología­s más que adaptarnos a prescindir de la comida compartida”, según Medina. A su entender, ésta no será una de las pérdidas permanente­s que ocasionará el coronaviru­s: “Todo ira volviendo al mismo nivel en el que estaba antes”.

“Lo que haremos es adaptarnos al uso de nuevas técnicas más que adaptarnos a prescindir del picoteo”

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MARTA PÉREZ / EFE Una terraza, en Barcelona

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