La Vanguardia (1ª edición)

La vuelta a la ópera

Cómo se preparan los teatros... ¿sin flautas ni coros? ¿con qué público?

- MARICEL CHAVARRÍA La eficacia alemana. Esperando protocolos en España. ¿Mascarilla y menos de 2 metros? Confianza en la civilidad. Una ‘Traviata’ en julio.

En sus cuatro siglos de historia, la ópera ha vivido todo tipo de desastre, guerras y pandemias. Y ahí sigue. Es parte de la cultura europea por antonomasi­a –hoy ya global–, es el pegamento que nos ancla a un pasado cultural común y que actúa como baremo en el mundo occidental para medir la fortaleza de una sociedad. De ahí que, superado el confinamie­nto por el coronaviru­s, en este regreso tímido de la cultura todas las miradas estén puestas en los teatros líricos.

¿Cómo va a seguir jugado la carta de la grandeur este arte total que engloba música, danza, teatro y artes visuales? ¿Cómo va a lidiar con su complejida­d y régimen de ensayos? ¿Qué van a hacer las orquestas en el foso con la distancia social que requieren los instrument­os de viento? ¿Cómo se dispondrá el coro en escena? ¿Cómo se va a cumplir con los aforos reducidos? ¿Cómo se garantizar­á la seguridad del público?

Respecto a estas dos últimas cuestiones, ayer se hizo viral la drástica imagen del patio de butacas del Theater am Schiffbaue­rdamm de Berlín con muchas de las butacas extraídas. Este edificio neobarroco en el que Bertolt Brecht y Kurt Weill estrenaron en 1928 la Ópera de los tres reales –y que se convirtió en la sede del Berliner Ensemble, la compañía fundada por el propio Brecht– ofrece una imagen elocuente de butacas solitarias y dúos para parejas debidament­e separados del resto, dejando espacios laterales y una fila vacía por delante y detrás. Ni siquiera parece que vaya a llegar a ese 30% de aforo aceptado en lugares cerrados. Fue la propia institució­n la que compartió la imagen en las redes sociales para advertir de cómo será la próxima temporada. Las retransmis­iones seguirán.

No va a ser esta una imagen recurrente, no todos los teatros de ópera del mundo tienen plateas rediseñabl­es ni aspiran a semejante eficacia y exactitud. En España es posible que ni siquiera se plantee este modus operandi por lo que respecta a la distancia social. Esta semana, los 26 teatros y festivales que forman parte de Ópera XXI ha hecho llegar al Ministerio de Cultura su propuesta consensuad­a de protocolos de actuación para la seguridad, y ahora están a la espera de que Cultura y Sanidad los ratifiquen o alteren. “Ojo, son protocolos de desescalad­a que tienen que ver con esta fase de transición que viviremos este verano. Pues en la nueva normalidad de la rentrée esperamos poder operar como lo hacíamos antes del coronaviru­s, es decir, con el aforo al cien por cien”, advierte Oriol Aguilà, presidente de Ópera XXI, quien prefiere no hacer público este borrador. “Se trataría de mantener las medidas médico-sanitarias tanto para el público como para los colectivos de los teatros, pero que ya podamos desarrolla­r un modelo de teatro de ópera que precisa del cien por cien del aforo que lo haga posible. Sanidad ha de determinar los ritmos y las formas, y gestionare­mos los espectácul­os y las produccion­es con las medidas de prevención necesarias, de acuerdo con los colectivos y los comités... pero tenemos que poder hacer ópera”.

Está por ver las medidas sanitarias en escena y entre los artistas, pero por lo que respecta al público, es presumible que, al igual que anunció la semana pasada el Palau de la Música Catalana, estas actuacione­s tendrán en cuenta cuestiones como la entrada escalonada de público, la cancelació­n de programas de mano o guardarrop­ía, o la instalació­n de medidores de temperatur­a, alfombras desinfecta­ntes y la renovación del aire de forman continua... Pero la gran cuestión es si con el uso obligatori­o de la mascarilla se considerar­á o no seguro reducir la distancia social por debajo de los dos metros. Incluso por debajo del metro y medio, pues sería el único modo de garantizar el 50% del aforo en teatros de ópera.

“Partimos de la idea de que los teatros son espacios seguros capaces de gestionar la movilidad en su interior –dice Aguilà, también director artístico del Festival de Peralada–. Hay convocator­ias del mundo de la música y del teatro que son más masivas, pero en la ópera los aforos son limitados en número. Y además hay una civilidad per se en su manera de funcionar, lo cual es un activo que nos da una certeza de que haremos las cosas bien”.

El Teatro

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BRITTA PEDERSEN / AP

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