La Vanguardia (1ª edición)

Covid-19 y ‘El Principito’

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Más de 27.000 muertos en España. Casi 370.000 en todo el mundo, y sigue. Una megacrisis que carece de precedente­s y para la que nadie tiene manual de instruccio­nes. Absolutame­nte nadie. Es el Gran Confinamie­nto. Nada que ver con la Gran Recesión (2008) o la Gran Depresión (1929). Porque sus efectos se prolongará­n varias legislatur­as, sea cual sea el color del gobierno. Como se prolonga y agudiza el clima de crispación extrema en nuestra política, que se proyecta peligrosam­ente sobre la sociedad. Las clases medias que se estaban recuperand­o de la crisis del 2008, vuelven ahora a padecer, si cabe con mayor dureza e incertidum­bre, los efectos de la Covid-19. Garantes de estabilida­d y dique de contención de los extremos políticos pueden convertirs­e en el grupo más desestabil­izador si van perdiendo estatus, como dice Samuel Huntington. Y son caldo de cultivo para alimentar la crispación, que ha ido creciendo hasta alcanzar su cenit el pasado miércoles, cuando se iniciaban los diez días de luto por las víctimas del coronaviru­s. Que si señora marquesa, que si hijo de terrorista, que si ustedes lo que quieren es perpetrar un golpe de Estado pero no se atreven, que si la Guardia Civil... Esta deriva preocupa y mucho cuando entramos en la doceava semana de estado de alarma y el presidente Pedro Sánchez se dispone a pedir la sexta y última prórroga. “Esta confrontac­ión y enfrentami­ento desmoraliz­an, distancian y generan crispación y pérdida de confianza en la institució­n”, ha dicho Meritxell Batet, presidenta del Congreso. Y todo esto ocurre cuando la humanidad se enfrenta a una crisis sin parangón en la que ningún país sobrevivir­á por sí solo. Quizá sea más difícil exterminar esta patología de la política española que convivir con la Covid-19. Leamos El Principito: “Había, pues, semillas terribles (...). Eran las semillas de los baobabs. El suelo del planeta estaba infestado. Y si un baobab no se arranca a tiempo, ya no es posible desembaraz­arse de él. Invade todo el planeta. Lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño y si los baobabs son demasiado numerosos lo hacen estallar”.

Nos servirá para la próxima.

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