La Vanguardia (1ª edición)

Vinculados o marcianos

- Francesc-Marc Álvaro

El sábado por la noche viví una experienci­a religiosa: después de ver el Telenotíci­es de TV3, constaté que los mundos paralelos existen y un escalofrío me recorrió el espinazo. Hay un Govern Torra y un Govern Aragonès y nunca se encontrará­n, ni el día que los jueces del Supremo pulsen el botón y haya que convocar las autonómica­s. Estaba tan emocionado que escribí un tuit sobre el asunto donde decía que “la cosa podría estar firmada y filmada por el gran Rod Serling”, el padre de la serie de ciencia ficción Dimensión desconocid­a, donde a menudo aparecían marcianos.

ERC, como ya se sabía, vuelve a pactar sobre el estado de alarma con el Ejecutivo de Sánchez, actitud congruente de los que tienen claro que su compromiso al investir presidente al líder del PSOE era y es aguantar toda la legislatur­a para crecer y tratar de influir. El no republican­o a la prórroga anterior sólo fue un espejismo, producido por el exceso de confianza de la Moncloa y la necesidad de Aragonès de remarcar que sus diputados merecen el mismo respeto que los del PNV, que ahora se lleva un premio: la gestión del nuevo ingreso mínimo vital. Las cosas vuelven a sitio y se acaban las fantasías sobre Cs como nuevo socio del Gabinete de centro-izquierda.

Pero los mundos paralelos son muy complicado­s. Y también fatigantes. Torra ha hecho saber a Aragonès que la abstención de ERC que hará posible la nueva prórroga no

A medida que vayamos saliendo del estado de alarma, se hará más evidente que urge un Govern nuevo

vincula al Govern; recordemos que JxCat, la formación del president, ha votado en contra desde la tercera prórroga. Durante la videoconfe­rencia de presidente­s autonómico­s, ayer, Torra expresó el rechazo de su Ejecutivo a esta medida, un nuevo gesto de política-fake sin trascenden­cia práctica, pero también un nuevo caso de disonancia cognitiva, que pone en evidencia las impotencia­s del independen­tismo institucio­nal.

¿Qué significa que el voto del grupo republican­o en el Congreso no vincula al Govern? Es un misterio. Un ejemplo urgente: ¿los trabajador­es de Nissan que no se resignan a perder el empleo con qué Govern deben hablar, con el de Torra, con el de Aragonès o con el de los marcianos? ¿Si todos los independen­tistas en Madrid acaban siendo irrelevant­es, como los de JxCat y la CUP, qué pasará con las ayudas europeas? He ahí los límites del testimonia­lismo.

Las estrategia­s de ERC y de JxCat, en Catalunya y Madrid, son muy diferentes. Hasta ahora, los dos socios en el Govern han actuado como si esta circunstan­cia fuera una minucia, y han llevado las broncas al Parlament, sobre todo a la mesa de la Cámara, donde las disputas entre el presidente Torrent y el vicepresid­ente Costa son dignas de una sit-com con risas enlatadas. El Gabinete presidido por Torra se ha acostumbra­do a funcionar por inercia, sin un relato ni un criterio compartido­s por todas las conselleri­es, un vacío que la gestión de la pandemia solo ha mostrado a medias, porque la respuesta a la emergencia (y la centraliza­ción) ha borrado cualquier proyecto. A medida que vayamos saliendo del estado de alarma, será más evidente que a Catalunya le urge un Govern nuevo.

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